Por: Lino Tejeda, Gerente de Desarrollo de Negocios e innovación Corporativa. SONDA.
Durante el tiempo que tarda la lectura de este artículo, se van a enviar millones de mensajes por WhatsApp a nivel global, se abrirán cientos de cuentas en LinkedIn, se registrarán miles de carreras en Uber, millones de posteos en Twitter y Amazon venderá cientos de miles de dólares. El mundo cambia a una velocidad imposible de igualar y sustentar con las estructuras y culturas que han operado por los últimos 50 años. No obstante, la solución para un cambio en la cultura de las corporaciones no es de carácter fundacional, es decir, no planteamos deshacernos de los que sabemos y comenzar de cero.
Un estudio realizado por la Harvard Business School a 184 grandes empresas a nivel global, cuyo giro principal no son las tecnologías de la información, concluye que las organizaciones digitales exitosas son aquellas que basan su estrategia en dos dimensiones fundamentales que operan de forma simultánea. En primer lugar, el desarrollo de capacidades digitales, centrado en inversiones que permiten habilitar tecnologías para cambiar el funcionamiento de la empresa, y en segundo lugar, el desarrollo de liderazgo digital, que se articula a partir de la construcción de una visión destinada a dar forma a un nuevo futuro. Estos dos aspectos han sido bautizados por Harvard Business School como “digital mastery” (“maestría digital”, un paso más allá de la “alfabetización digital” o “digital literacy”).
Cuando hablamos de capacidades digitales, nos referimos a aspectos como la experiencia digital del cliente, enfocada en disminuir la brecha digital en nuestra oferta de valor; los modelos de atracción digital, que ofrecen una experiencia digital diferencial que maximice las interacciones; modelos de negocios que exploten al máximo las capacidades digitales; y finalmente, contar con capacidades de análisis de la información que nos permitan anticipar cambios en el mercado.
El liderazgo digital, por su parte, se relaciona con aspectos como la gobernanza digital, donde la creación de una visión digital opera como inspiración para toda la organización y en ella traza la ruta para el proceso de despliegue de la trasformación digital. La gobernanza digital busca, entonces, dotar a las empresas de las herramientas necesarias para alcanzar flexibilidad, velocidad y eficiencia, con ello lograr diferenciarse de sus competidores.
Para contar con un liderazgo digital es necesario mantener dos tipos de conversaciones, la técnica y la política. La conversación política, que reside en los ejecutivos de la alta gerencia, no debe contaminar la conversación técnica y debe ser capaz, a su vez, de reforzar conductas que orienten y sustenten el cambio cultural, permitiendo una adherencia a lo digital del tipo bottom-up.
Los tiempos de los ejecutivos trasformados en héroes ya son parte de la historia, hoy las empresas más eficientes, ágiles e innovadoras adoptan una combinación de sistemas operativos duales, incorporando una organización complementaria que redistribuye la autoridad y el poder de la decisión no por sus títulos y jerarquías, sino por roles, con absoluta claridad de quién está a cargo de cada cosa y quién tiene que tomar la decisión, entregando flexibilidad al sistema, y aunque no resuelve todas la tensiones y dilemas de una organización, provee la base más estable posible para reconocerlas, definirlas y enfrentarlas.