Por qué no debemos subestimar el ‘fintech’

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Las ‘start up’ de tecnologías financieras cuentan entre las pymes con un potencial de negocio cercano a los 2 billones de dólares, según un nuevo informe del World Economic Forum.

Dos billones de dólares, con b. Trillion dollars, como dirían los angloparlantes. Es la cifra redonda que vaticina el World Economic Forum (WEF) en su citado informe.

Es evidente que el fintech es una tendencia en auge. En 2014, estas compañías recibieron del capital riesgo inversiones por 12.000 millones de dólares, cuatro veces más que sólo un año antes. Sólo en EEUU levantaron 9.890 millones de dólares (8.695 millones de euros) de inversión, según Accenture, más que todo lo que los grandes bancos del país invirtieron en la reconversión digital de su propio negocio.

¿Burbuja? Puede que se estén manejando algunas valoraciones irreales, pero hay mucho más que capital riesgo detrás de algunos de estos proyectos: el potencial de liderar una nueva forma de ofrecer servicios financieros a los usuarios, en todo el mundo.

Otro estudio, elaborado por Goldman Sachs, estima el 7% de las ganancias anuales de la banca en Estados Unidos estará en riesgo en los próximos cinco años debido al crecimiento de las firmas fintech.

HACIA UN NUEVO PARADIGMA

Según el informe del WEF, los emprendedores fintech están cambiando el modo en que las pymes acceden a financiación, ya sea a través de plataformas de reventa de facturas, el equity crowdfunding o los préstamos pyme a pyme (crowdlending), entre otras alternativas.

«Las pymes sufren la dificultad de acceso a crédito, incluso, cuando se trata de pequeñas cantidades», resalta Michael Koenitzer, responsable del proyecto de inclusión financiera del WEF. «Los disruptores fintech están ayudando a reducir ese vacío que existe entre la financiación bancaria y la inversión de capital riesgo», agrega.

La necesidad de financiación para las pequeñas y medianas empresas no es algo exclusivo de España, Reino Unido, Italia, Países Bajos, Turquía, Nigeria, Marruecos, Canadá y Argentina son otros de los muchos países donde las empresas señalan el acceso a financiación como una de sus tres grandes preocupaciones, según el World Economic Forum Global Competitiveness Report 2015-2016.

«Los pequeños negocios representan más de la mitad del PIB mundial y dos tercios del empleo», destaca Peer Stein, director de Finance and Markets Global Practice del Banco Mundial. «Si el fintech puede ayudar a que prosperen, deberíamos crear el entorno adecuado para hacerlo posible», concluye en el informe del WEF.

Estos negocios disruptivos están cambiando las reglas del juego y elevan el protagonismo del cliente que ahora está más informado que nunca y reclama servicios inmediatos, flexibilidad y, sobre todo, transparencia.

La mayor diferencia con la banca tradicional reside en que la mayoría de firmas fintech se dirigen a mercados de nicho pero proyección global: ofrecen servicios financieros basados en la tecnología, pero no una solución global bancaria. Aun así, están revolucionando el sector, pues «aunque todavía haya una generación de clientes que prefieren hacer sus operaciones físicamente en la sucursal, los jóvenes se mueven en la Red», opina Jaume Montesinos, director de operaciones de Flywire (antes conocida como Peertransfer), una plataforma que ofrece un método sencillo y rápido para hacer los pagos de estudios a nivel internacional, que ahora ha lanzado una nueva línea de negocio para las transferencias entre particulares y está explorando nuevas verticales, como los pagos de facturas médicas.

A la oportunidad que representan los millennials en Occidente se une la escasa bancarización de países emergentes.

LA BANCA EN ESPAÑA

En España, la banca ‘tradicional’ sigue de cerca la evolución de estas firmas de nueva creación, con las que compiten en diferentes nichos de negocio, y abren la puerta incluso a una posible colaboración futura a través de iniciativas de innovación abierta y programas de aceleración de start up.

En la colaboración entre grandes y nuevos players todos ganan: los bancos, que reciben innovación, talento y tecnología de un modo rápido y ágil; las ‘start up’, que se benefician del conocimiento del mercado y de los clientes que tienen las entidades financieras; y por supuesto el cliente final.

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