A medida que la demanda de servicios financieros se incrementa, la seguridad se vuelve más importante para el cliente, por lo que las empresas del sector deben estar atentas e invertir mayores montos.
“En el mundo se estima que sólo para desarrollar aplicaciones de seguridad informática se invierten cerca de 6.000 millones de dólares cada año”, aseguró Keynote Versace, Vicepresidente de Investigación de la empresa especializada en seguridad IDC.
El ejecutivo consideró que en la medida que empresas financieras como los bancos ofrezcan una mayor seguridad en sus servicios, el desarrollo de la tecnología bancaria será más acelerado.
Durante el evento Tendencias 2012, organizado por Gemalto, se presentaron algunas tendencias tecnológicas bancarias que se verán el próximo año, como los token ópticos, que son tarjetas digitales que sólo se muestran en un cajero automático y éste identifica al cliente, sin teclear una clave.
“En México tenemos 10 años de atraso en e-Commerce y en e-Banking con respecto al mundo. Seguimos con la autentificación del cliente con password, mientras que hay otras tecnologías”, aseguró Danilo Ochoa, Gerente Comercial para Latinoamérica de Gemalto.
Uno de los avances son los contacless, que permiten la identificación y pago de cualquier transacción comercial, con sólo pasar el teléfono celular por un terminal punto de venta especializado.
Las aplicaciones del e-Commerce y banca móvil cobran fuerza en Latinoamérica, como el servicio que se implementa en Colombia, donde es posible transferir pequeñas cantidades de dinero a través de los teléfonos celulares.
En México, bancos como Banamex e Inbursa esperan implementar este tipo de servicios en el 2012, lo que permitirá expandir el uso de estos servicios a la población que aún desconfía de los medios tecnológicos e Internet para hacer sus transacciones financieras.
“La población joven es la que más rápido se adaptará a estos medios de pago; sin embargo, es necesario también difundir estos servicios con los clientes actuales de la banca”, dijo Versace.
Fuente: El Economista, México