Infood Protein ha desarrollado harina, aceite y fertilizantes gracias a su trabajo con moscas e Inteligencia Artificial. Ahora, están buscando fondos para instalar una planta piloto.
Alex Galaz, Patricio Cuevas y Neudo Buelvas se conocieron en el Centro de Estudios Científicos de Valdivia. Los tres se desempeñaban en esa organización, pero les daba vueltas la idea de salir del mundo académico y concretar sus conocimientos y sus años de estudio en un proyecto.
Por ese entonces tuvieron todo tipo de ideas, incluyendo la creación de un restaurante y la construcción de una cancha deportiva, pero fue una noticia que vieron en 2017 la que les dio la pista definitiva. Se trataba de la aprobación que dio la Unión Europea a siete especies de insectos que podían ser utilizados para consumo humano o animal.
Así llegaron a la mosca soldado negro, un insecto originario de las zonas tropicales templadas de América pero que también se encuentra naturalmente en Chile hasta Región de Los Ríos.
“Lo que quisimos aprovechar de este insecto son sus larvas. Ellas tienen la capacidad de alimentarse de cualquier tipo de residuo orgánico”, explica Álex Galaz.
Sustentados por esta cualidad decidieron crear Infood Protein, con la meta de aprovechar residuos orgánicos industriales para crear diversos productos. Para partir, decidieron probar con productos que se encuentran fácilmente en Valdivia, por lo que eligieron el orujo cervecero, el bagazo de manzana y otros similares.
“Con esos residuos hacemos una dieta, y las larvas durante un corto período de tiempo se alimentan de ellas. Luego, las separamos, secamos y hacemos harina de insecto y aceite. Aparte de esta alimentación, también surge un fertilizante orgánico que corresponde a las heces mezcladas con el alimento que ellas no pueden digerir”, cuenta Galaz.
Un elemento diferenciador
Para llegar a estos productos hicieron falta años de investigación y ensayos. Durante ese tiempo, los fundadores de Infood Protein no fueron los únicos en incursionar en alimentación a base de insectos, ya que la tendencia ha tenido una explosión a nivel mundial.
Por lo mismo, y también motivados por conversaciones con posibles inversores, decidieron buscar elementos diferenciadores para su propuesta.
Así, en 2021 llegó a la startup Robinson Arce, un bioquímico que conocían desde sus años de estudiantes y que quiso aportar al proyecto con herramientas impulsadas por Inteligencia Artificial, motivado también por el espíritu que predominaba en los fundadores algunos años atrás.
“Era un salto de pasar de generar conocimiento y papers a generar productos tangibles y cosas que se puedan vender y que son más propias. Porque en el mundo de la investigación básica lo que uno aporta es un grano de arena tan chiquitito, que como que se pierde en el mar de conocimiento. Entonces, aquí está la retribución de tener algo, un aporte tangible propio”, dice Arce.
Los trabajos que comenzaron a hacer para Infood Protein con Inteligencia Artificial consistían en predecir la composición de los productos en base a los residuos utilizados. Usando una serie de datos reales vieron que el modelo funcionaba y que era capaz de pronosticar cómo iba a quedar conformada la harina.
“Obviamente, para poder hacer algo más acabado tenemos que escalar a números gigantes para poder alimentarlo bien. Pero eso lo que tenemos pensado hacer en el futuro, para poder hacernos cargo de cualquier tipo de residuos y poder predecir perfectamente qué harina va a salir a partir de eso”, adelanta Arce.
Alex Galaz lo complementa: “Gracias a nuestra inteligencia artificial hemos podido avanzar hacia la generación de una harina que tiene sobre el 65% de concentración de proteína. Y también la queremos usar para optimizar nuestros procesos internos, como la alimentación, el rango de temperatura o la densidad que se necesita por cada bandeja para alimentarse”.
Además, impulsados por esta idea de que el conocimiento científico puede ayudarlos a diferenciarse, han empezado a pensar en otras ideas similares, relacionadas a la biotecnología. En ese ámbito, por ejemplo, han estado trabajando con la biomoléculas que se producen a través de las larvas y que son antimicrobianas.
También han estudiado la posibilidad de hacer modificaciones genéticas en las larvas, para que sean más grandes y tengan mayor resistencia a las temperaturas bajas.
A gran escala
Según sus fundadores, el proyecto de Infood Protein cobra especial relevancia en la contingencia actual, ya que sus productos entregan una alternativa ecológica para la alimentación de ganado y surgen como una buena opción ante la escasez hídrica; además, como ayuda a la reducción de gases de efecto invernadero, gracias a la recuperación de residuos.
“Como startup, además del impacto económico que podemos llegar a generar, queremos generar un impacto social y ambiental”, señala Neudo Buelvas, quien destaca el proyecto que quiere convertir a Valdivia en una ciudad carbono neutral para el 2030.
“Propuestas como la nuestra van en sintonía con ese hito crítico y nosotros claramente con nuestra tecnología vamos a ser capaces de apoyar en ese sentido, alcanzar ese granito e impactar desde el punto de vista ambiental”, dice.
Por el momento, Infood Protein está levantando fondos para poder instalar a fines de este año su planta piloto, algo que comienza a concretarse gracias a la ayuda de algunos inversores ángeles. Ya con la planta instalada, la idea es poder desarrollar sus productos a mayor escala, para poder comercializarlos a grandes clientes, con lo que ya han entrado en contacto.
La harina que producen la están enfocando principalmente en el mercado de la salmonicultura, dado la cercanía geográfica con las grandes empresas del rubro ubicadas en Puerto Montt. Con respecto al aceite, aunque siguen estudiando sus posibilidades, por el momento está pensado para nutrición de cerdos y gallinas.