La inteligencia artificial (IA) está transformando la forma en que operan los sistemas financieros globales, y uno de los cambios más notables es la progresiva eliminación del efectivo como medio de pago. En Chile, al igual que en muchos otros países, la IA está acelerando esta transición hacia una economía digital, optimizando las transacciones, mejorando la seguridad y haciendo que el efectivo se vuelva cada vez más obsoleto.
Según un informe de McKinsey, la adopción de la IA en el sector bancario no solo está cambiando la manera en que las instituciones financieras gestionan los pagos, sino también cómo los consumidores interactúan con el dinero. La IA ha permitido que los pagos digitales sean más accesibles, rápidos y seguros, lo que ha llevado a una disminución significativa en el uso de efectivo a nivel mundial.
“Hoy día las sociedades del mundo están en proceso de bancarización y el caso de Chile es un ejemplo para economías de similar tamaño en términos de que gran porcentaje de su población estaba bancarizada. Sin embargo, éste es un desafío que todavía debe mantenerse. Por lo tanto, siendo efectivo, que el dinero en términos nominales, el dinero físico está desapareciendo y reconociendo que la gran virtud de este fenómeno es que nos ayuda a dejar registro de todas y cada una de las transacciones y con eso hacer más seguro nuestro sistema de consumo y sobre todo darle seguridad a la sociedad en términos de que ciertas labores ilícitas van a verse dificultadas”, explica el economista de la consultora PKF, Héctor Osorio.
En Chile, esta tendencia se ha visto reflejada en el aumento del uso de pagos digitales y la disminución del efectivo, especialmente durante y después de la pandemia. De acuerdo con un estudio de Mastercard, el 66% de los consumidores chilenos adoptaron métodos de pago digitales que nunca habían utilizado antes. Además, más del 60% de los consumidores afirmaron que no realizarían compras en lugares que no ofrezcan alguna forma de pago digital.
IA y la automatización de los pagos digitales
Uno de los grandes beneficios de la IA en este proceso es su capacidad para automatizar y personalizar los servicios financieros. A través de herramientas como el machine learning, las instituciones financieras pueden analizar el comportamiento de los usuarios y adaptar sus ofertas de productos, lo que resulta en una mayor adopción de pagos digitales y menos uso del efectivo.
Lucas Souza, director de Innovación de Kuvasz Solutions, comenta: «La IA no solo está mejorando la experiencia del cliente, sino que también está impulsando la eficiencia operativa al reducir el uso de efectivo. A medida que las transacciones digitales se vuelven más rápidas y seguras, el efectivo pierde su relevancia.»
La preferencia por los bancos digitales ha crecido significativamente en Chile, con un 72% de los usuarios optando por este formato, según un estudio de PwC. Esto está impulsado por la conveniencia y la reducción de costos, pero también por la seguridad que ofrecen las plataformas tecnológicas basadas en IA. Ignacio Munizaga, gerente general de Magnet Chile, señala: «La banca digital no solo reduce costos, sino que también permite personalizar los servicios sin comprometer la seguridad del usuario.» Esta tendencia contribuye a la disminución del uso del efectivo en favor de pagos digitales
Prevención del fraude: El poder de la IA
La seguridad es uno de los principales desafíos en el sistema financiero, y la IA ha demostrado ser una herramienta crucial en la lucha contra el fraude. Los algoritmos de IA son capaces de analizar millones de transacciones en tiempo real, detectando patrones inusuales y bloqueando actividades fraudulentas antes de que se concreten. Esto es especialmente importante en Chile, donde la banca ha experimentado un aumento en los ciberataques y fraudes electrónicos.
Un estudio del World Economic Forum destacó que la IA ha sido clave para mitigar los riesgos financieros y aumentar la confianza del consumidor en los pagos digitales, al ofrecer sistemas de seguridad mucho más robustos que los métodos tradicionales de pago en efectivo.
“Gracias a la IA, es posible detectar irregularidades en tiempo real al analizar grandes cantidades de transacciones y patrones de comportamiento. Esto permite identificar rápidamente actividades sospechosas que podrían ser indicios de fraude o ciberataques. Además, estas herramientas predicen con gran precisión posibles comportamientos fraudulentos antes de que una transacción se complete, bloqueando pagos peligrosos. También son capaces de activar respuestas automáticas frente a amenazas como el phishing, ransomware o accesos no autorizados”, explica María Javiera Lobos, gerente de Ionix Mobile Payments.
Un futuro sin efectivo: ¿Qué tan cerca estamos?
El camino hacia una economía sin efectivo está cada vez más claro. Los expertos predicen que para 2030, la IA habrá reconfigurado por completo la forma en que manejamos el dinero. En particular, la introducción de soluciones de inteligencia artificial, como los pagos en tiempo real y las billeteras digitales, está acelerando este cambio. De hecho, McKinsey proyecta que para 2027, el 45% de las transacciones en Europa serán realizadas a través de pagos instantáneos, una tendencia que también se espera en América Latina.
Aunque aún existen desafíos, como la necesidad de desarrollar infraestructura digital y de contar con un marco regulatorio adecuado, los beneficios de la IA son innegables. Lucas Souza concluye: «El fin del efectivo no es una cuestión de si ocurrirá, sino de cuándo. La IA está allanando el camino hacia una economía donde las transacciones digitales serán la norma, y el efectivo será una rareza.»
La inteligencia artificial está cambiando las reglas del juego en el mundo financiero, y uno de los impactos más evidentes es la progresiva desaparición del efectivo. En Chile, esta tendencia está impulsada por el aumento de los pagos digitales, la automatización de procesos y los avances en la prevención de fraudes. Aunque todavía queda camino por recorrer, la IA está llevando al país hacia una economía cada vez más digitalizada, en la que el efectivo podría pronto ser cosa del pasado.