Disruptor: Se refiere al proceso o forma de hacer las cosas que supone una interrupción o ruptura brusca y que desplaza a los métodos que se venían empleando
Este es el diálogo entre dos monjes, un Maestro y un Aprendiz, en el monasterio, en la época actual, conversando sobre disrupción
El maestro: Mi apreciado aprendiz, doy por sentado tu deseo y convicción por convertirte en un disruptor, tal como lo has expresado y siendo así, la primera reflexión que me gustaría compartirte es que la disrupción es, en gran medida, un salto de fe.
El aprendiz: ¿Un salto de fe? No comprendo maestro ¿qué significa eso?
El maestro: Verás; un salto de fe es aquel esfuerzo donde nos lanzamos en una aventura, nos arrojamos a una iniciativa, emprendemos un camino, pero en el que no sabemos a ciencia cierta a dónde llegaremos, ni en cuanto tiempo lo haremos. Los grandes sueños de la humanidad son así. Se inician por convicción, pero no tienen un mapa de ruta. De hecho, frecuentemente se cuestiona a aquellos que los inician, cuando llegarán o qué lograrán y genuinamente, esa pregunta no puede ser respondida.
El aprendiz: Pero maestro, eso asusta un poco…o un mucho.
El maestro: Así es mi joven aprendiz, pero esa es la dura realidad. La innovación y mucho de la disrupción es innovador, no tiene un plan certero. Consiste en un camino de descubrimiento, donde se desea alcanzar una meta, pero una meta conceptual, una meta abstracta y además, por ser novedosa y diferente, es inexplorada. Imagina que a Colón se le hubiera preguntado exactamente a qué lugar “de las Indias” llegaría y en cuanto tiempo. Como bien cuenta la historia, Cristóbal Colón estuve cerca de sufrir motines porque las semanas transcurrían sin llegar a sitio alguno y bueno, finalmente, no llegó a la India, sino a América.
El aprendiz: Bueno, maestro, pero ¡qué grande fue Colón, que cambio la historia de la humanidad y transformó al mundo entero con su descubrimiento!
El maestro: Sí, sí, joven amigo, pero no te confundas. Sólo estás mirando el logro y los laureles. ¿Imaginas la angustia interior de Colón, avanzando por días y días sin llegar a ningún lado? ¿Con tan sólo la convicción del reto, pero sin prueba alguna que ofrecer a su tripulación? Así es el camino que deseas emprender. Pero sé sensato. No mires sólo la bondad del reconocimiento; primero, porque no es lo único que encontrarás en tu camino, pero segundo, porque si subestimas la dureza del camino, cuando enfrentes lo áspero y lo adverso, claudicarás.
El aprendiz: ¡No, no maestro! Estoy convencido y comprometido. Ya se lo he dicho ¡Quiero cambiar al mundo! Justo así, como lo hizo Colón.
El maestro: Bien. Pasaremos entonces a reflexiones aún más profundas.
Este diálogo continuará…