Fuente: La Nación
El cambio de usos y costumbres que trajo el Covid-19, sumado a programas como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y decisiones regulatorias que hicieron que para los bancos no sea tan redituable emitir tarjetas de crédito, provocó que en 2020 creciera 14,29% el uso de tarjetas de débito, mientras que la utilización de las de crédito se redujo 11,52%.
Por otro lado, hubo un fuerte aumento del uso de las tarjetas prepagas (402,10%), explicado fundamentalmente por la amplia difusión que tuvo la tarjeta Alimentar, aunque estos plásticos solo representan el 2,81% del total de transacciones.
Los datos se desprenden del Índice Prisma, un estudio de mercado que utiliza como base la información con la que cuenta esa empresa a partir de los productos que administra -como las terminales LaPos, la red Banelco y las transacciones a través de Todo Pago-, junto con estadísticas del Indec y el Banco Central.
De acuerdo con el estudio, en el cuarto trimestre del año pasado el uso de tarjetas de débito representó el 42,70% del total de transacciones, mientras que un año atrás era el 34,39%. En contrapartida, las de crédito explicaron el 54,48%, cuando para igual período de 2019 eran el 64,43%.
«El débito crece y hace decrecer al crédito, lo que se ve en la caída rotunda de las operaciones con tarjeta de crédito en un pago. Además, en 2020 no podemos dejar de lado el auge del e-commerce, el boom de las nuevas herramientas de los comercios como los botones de pago, pero yo diría principalmente la bancarización sin precedentes que vino por los planes de ayuda por el Covid-19 y también de los esfuerzos de la banca, ya sea directos o a través de billeteras virtuales como Cuenta DNI, BNA+, etc. Recordemos que todas esas cuentas vienen con una caja de ahorro básica y una tarjeta de débito», explicó Ignacio Carballo, director del Ecosistema Fintech en la Universidad Católica Argentina (UCA), consultado por el crecimiento del uso del débito.
Sin embargo, también dijo que, más allá de lo que ocurrió el año pasado, hay motivos estructurales que vienen de antes y hacen a la maduración del mercado. «Argentina es un país que ingresó tarde en el consumo online con débito. Recién en 2016 se autorizó la posibilidad de consumir con débito en e-commerce. Antes solo se aceptaban tarjetas de crédito. Entonces ahí hay una lógica más estructural, y, por otro lado, está la macroeconomía. Esta hace que uno deje de consumir a crédito a menos que pueda consumir en el larguísimo plazo por el contexto inflacionario. La macro no es algo que empeoró de la noche a la mañana con el Covid, sino que la situación ya venía desde antes de 2020″, agregó.
Por su parte, el director de Epyca Consultores Martín Kalos coincidió en que el uso de tarjetas de débito creció por la bancarización a raíz de las transferencias del Estado como el IFE, pero dijo que muchas familias utilizaron el tope de las tarjetas de crédito, sobre todo en los primeros meses de la pandemia, cuando se pospusieron los pagos.
«Muchas familias llegaron a fin de mes usando el tope de tarjeta de crédito y ahora tienen el problema de que tienen que empezar a pagar. Lo mismo ocurre con los planes Ahora que tienen tres meses de gracia. Van a tener que apretarse el cinturón o endeudarse con préstamos personales, o la banca en las sombras, porque el hecho de que haya menos tarjetas muestra que el crédito al consumo se complicó», afirmó.
En cuanto a la variación de tarjetas activas con transacciones, Julián Ballarino, gerente de Relaciones Institucionales de Prisma Medios de Pago, comentó que «en la comparación interanual, las tarjetas de débito activas crecen 12%, mientras que continúa la caída (-4,56%) de las tarjetas de crédito respecto del año anterior».
«El consumo no solo depende de las ofertas que hagan los bancos o de quién emita el plástico. Obviamente tiene que ver, pero, frente a la incertidumbre, la gente consume algo que cree que le refleja una ganancia y, por otro lado, está el contexto individual. Entonces, si la familia está endeudada sin dudas va a consumir menos. Hay causas estructurales, coyunturales del Covid y también regulatorias: un Estado impulsando los planes Ahora y políticas como la caída de los aranceles de las tarjetas, la caída de los plazos de pago, etc. Habría que ver cómo termina impactando, pero yo creo que este aumento del débito llegó para quedarse hasta que no se acomoden la macro y los incentivos para que los bancos impulsen productos de crédito», analizó Carballo.
Por último, dijo que, que la gente no consuma a crédito no es buena noticia, no solamente para los bancos sino para la economía en general, porque esto significa que las pymes están vendiendo cosas de más bajo valor. «El crédito hace que la persona pueda consumir por encima de su ingreso mensual. A crédito se compran electrodomésticos, autos, etc. Entonces, ¿quién pierde con la caída del consumo a crédito?: los bancos, las emisoras de tarjetas, pero lo más importante es que pierde la economía porque las órdenes de compra son reducidas para pagar en lo inmediato, y entonces los vendedores, por más que vendan más, venden cosas de menor valor. Entonces pierden las pymes, pierde la macroeconomía», concluyó.