Fuente: Página Siete / Bolivia
El país más grande del mundo tiene 2.000 millones de habitantes y está ubicado en la mayoría de las pantallas con las que convivimos a diario. Facebook es al día de hoy la principal competencia del sistema financiero, por lo que la -equivocada- contienda que a veces libra la banca tradicional contra las fintech no tiene otra salida más que la concordia entre ambos. De otro modo, los bancos están condenados a morir.
«Hoy día hay mucha más gente con Facebook que con cuentas bancarias”, narra como dato curioso Ramón Heredia, director ejecutivo de Digital Bank. Y es que la red social es la base en la que hoy día todos hacen negocio, un mercado libre que ya ofrece incluso servicios financieros.
El principal desafío de la industria financiera pasa por abrazar la tecnología. El sector tiene que preocuparse por mantener su mercado rentable al tiempo que se adentra en la transformación cultural y, para ello, debe subirse al escenario de la innovación, ese lugar en el que las grandes compañías empezaron a improvisar a fin de conectar de manera más rápida con el mundo exterior.
«Tenemos que ir a jugar en la plaza donde están jugando los clientes (…) Vivimos en WhatsApp, vivimos en Facebook, vivimos en Instagram…. y es ahí donde los bancos tienen que ir”, comenta Mauricio Dulón, gerente general de Cetus Group.
Por lo tanto, el futuro del sector está en estrechar lazos con las llamadas fintech, que son empresas tecnológicas emergentes capaces de prestar servicios financieros de forma rápida y eficiente a unos usuarios con hambre de inmediatez.
Las fintech, además de ser más abiertas, conocen mejor a los usuarios y saben cómo adaptarse a los nuevos entornos digitales, por lo que la banca tiene que colaborar con estas empresas para impulsar la innovación en lo tradicional.
«Los bancos no tienen que ver a las fintech como una competencia, sino que tienen que verla como una aliada”, manifiesta Dulon.
El rol de las sucursales
En Europa, los bancos más exitosos son los que les han dado la bienvenida a estas empresas tecnológicas emergentes y están en la actualidad colaborando con ellas. En América Latina la banca recién está empezando a despertar en los brazos de la innovación.
«El banco ya no está en una sucursal, al banco lo tienes en tu celular”, asegura Dulón.
En países como Alemania las personas ya pueden abrir una cuenta corriente a través del teléfono móvil, sin necesidad de presentarse en una oficina del banco. En este sentido, las sucursales van a ir migrando hacia un rol que rompe con el papel de las transacciones que han interpretado hasta el día de hoy.
Según Heredia, las sucursales van a desempeñar cada vez más un papel de asesor, ya que las transacciones como hoy día las conocemos van a habitar en los diferentes canales digitales.
«Van a ser más pequeños mundos. Todas las filas de caja se van a reducir y va a ser más grande el mundo de los consultores”, explica Heredia.
En Argentina comenzará a operar a finales de año el primer banco sin sucursales y en Chile la transformación digital de la banca ya es una realidad manifiesta. El banco Santander ha revolucionado la forma de hacer banca y de relacionarse con las personas en el país, tendiendo más hacia el concepto de comunidad. El banco Santander ha convertido algunas de sus sucursales tradicionales en un triple espacio de coworking, cafetería y banco, con el propósito de contribuir al desarrollo de las personas y las empresas, ofreciéndoles una experiencia totalmente diferente a la tradicional.
«Las personas más que tener activos quieren experiencias. La banca tiene que volver a ellas y ayudar a que tengan experiencias; no solo endeudarlas en el corto plazo y después tener carteras castigadas”, comenta Heredia, a tiempo que asegura que el nuevo concepto de banca pasa por el de plataforma, es decir, los bancos van a ser lugares donde las personas puedan tomar servicios de varias startups, una alianza con las que todos ganan: el banco adopta nuevas soluciones digitales en su modelo de negocio y las empresas emergentes tienen acceso a un gran volumen de clientes para comercializar sus productos.
La banca portable
Servicios que antes no se nos ocurrían, tales como el control de los riesgos online que permite conceder o desestimar un crédito en instantes o la administración contable, hoy día son una realidad gracias a la revolución tecnológica de las startups. Estas tecnologías, además de mejorar la experiencia del usuario, también permiten ejecutar de forma más eficiente -y barata- la operativa de la banca en aspectos como las transferencias al extranjero.
El banco hoy día es portable, está en nuestros celulares y en nuestras tabletas, un hecho que representa una gran oportunidad para lograr la anhelada inclusión financiera. Por lo tanto, la transformación digital de la banca, además de ser una oportunidad, es un deber del sector para hacer que sus servicios sean más asequibles a las personas y poder llegar a mucha más gente.
«No es solo una oportunidad, es un deber, porque los países que tienen mayor inclusión financiera tienen mejor bienestar de sus pueblos, ya que la gente puede ahorrar distinto”, argumenta Heredia.
En Latinoamérica existe una barrera cultural, tanto dentro como fuera de las organizaciones financieras, que se debe romper. El mercado financiero tradicional tiene que entender que ya no son sólo las tasas o las comisiones, sino las comunidades y las plazas digitales donde juegan las personas y donde, a pesar de ser de uso gratuito, las interacciones o la publicidad también pueden ser una alternativa beneficiosa a su modelo de negocio.
«Los bancos, en la primera interacción, quieren ser rentables y ese es un foco que tienen que cambiar, tienen que hacer más inclusiva su participación”, manifiesta Heredia.
Pero la rapidez con que las nativas digitales emergen en estos nuevos contextos choca con los vacíos legales. La regulación en la región también tiene la tarea pendiente de dar cobertura y de flexibilizar algunas normas para que los propios bancos puedan empezar a ofrecer otro tipo de servicios y para que otros actores puedan participar de este nuevo ecosistema y, en última instancia, proteger a las personas que juegan en las abarrotadas plazas digitales.