Fuente: Forbes
Ante la reticencia de parte de la población mundial a renunciar al efectivo, el mundo cripto ha empezado a posicionar una nueva alternativa para atraer a ese público ajeno al mundo digital. Colombia es uno de los países más destacados. Así está el panorama.
A pesar de llegar al mundo como monedas digitales, las criptodivisas encontraron un punto intermedio entre la red y la presencialidad. Se trata de un viejo conocido que todos saben usar a la perfección: los cajeros automáticos.
Según información de Coin ATM Radar, existen más de 28.000 máquinas ubicadas en 72 países repartidos entre los cinco continentes. Dichos cajeros cuentan con 627 operadores y 43 productores. A su vez, si bien el bitcoin es la moneda más utilizada en las transacciones actuales, hoy en día se puede negociar con 11 divisas diferentes.
Para comprar criptodivisas a través de un cajero automático, hay que tener en cuenta que el proceso puede variar de un aparato a otro. Incluso cuando el software/hardware de la máquina admite los procedimientos de cumplimiento, no están necesariamente activados, ya que depende de la elección del operador de cada máquina en particular.
Hoy en día, hay ocho tipos de cajeros instalados en el mundo habilitados para este proceso, de los cuales seis cubren 90% del mercado total. En cuanto a la venta, cabe resaltar que no todas las máquinas permiten realizar este procedimiento, limitado para aproximadamente el 40% de todos los cajeros automáticos instalados en el mundo, que habilitan a los usuarios para cambiar criptomonedas por dinero en efectivo.
Además de un proceso de verificación, el cajero le proporciona al usuario un código QR al que deberá enviar los bitcoins que desee vender. Dependiendo de la configuración, recibirá el dinero inmediatamente o, en su lugar, será dotado de un código de canje, con el cual deberá esperar entre una y seis confirmaciones para recibir el monto negociado.
En el caso de Colombia, la suma mínima de operación es de $10.000 y los topes dependen de si el usuario tiene una cuenta básica o avanzada.
A pesar de las diferencias que puedan tener las máquinas, el profesor de Economía y Políticas Públicas de la Universidad de Harvard, Kenneth Rogoff, comentó a Forbes que la mayoría de estos intercambios son razonablemente seguros. No obstante, manifestó que “el Bitcoin acabará siendo objeto de una regulación mucho más estricta que la actual, al menos en las economías avanzadas”.
En esa misma línea, el Consejero Financiero y Director de Asuntos Monetarios y Mercados Financieros del Fondo Monetario International (FMI), Tobias Adrian, consideró difícil que los criptoactivos se impongan en países cuya inflación y tipos de cambio son estables, y que cuentan además con instituciones creíbles.
Uno de los datos más curiosos tiene que ver con la consolidación de los criptocajeros en Colombia, que empezó a incursionar en este campo desde 2017. Además de poseer 50 cajeros automáticos en todo el país, es la segunda nación latinoamericana con mayor número de estas máquinas, solo superada por El Salvador, que cuenta con 205 en total.
Actualmente, la ciudad con más criptocajeros del país es Bogotá, con 29. Le siguen Medellín con 6, Bucaramanga y Pereira con 3, San Andrés y Cali con 2, mientras que Armenia, Barranquilla, Cartagena, Cúcuta y La Hormiga cuentan con uno cada una.
Para el CEO de Buda, Alejandro Beltrán, dicha acogida tienen se debe a que el país está estudiando la adopción cripto, teniendo en cuenta que Colombia está posicionada como una de las economías más importantes del mundo en este campo.
“Colombia sigue siendo un hub cripto importante en transaccionalidad, y como Venezuela está en el top 3 en el índice de adopción mundial, la posición fronteriza genera que los sistemas de cajeros sean buenas alternativas para los consumidores”.
El auge de los criptocajeros en el país tiene sentido por el solo hecho de que Colombia es uno de los países que más maneja efectivo en el mundo. Esto lo ha entendido muy bien la industria cripto, que ha visto en estas herramientas una alternativa viable de acceso en el mundo físico, generando una apertura a un canal transaccional que surge para solucionar las limitaciones que se evidencian actualmente en los servicios bancarios, según Beltrán.
“Creemos que este puede ser uno de los grandes aportes del sector para que el ecosistema siga creciendo en diferentes verticales”, concluyó.