Por Jorge Chang, CEO y co-fundador de Tucambista
Hace poco más de cuatro años cuando las Fintech empezaban a tomar fuerza en Perú, los principales retos estaban asociados a conseguir que los consumidores confíen en las soluciones disruptivas que se ofrecían como una alternativa a la banca tradicional y esto era una tarea compleja dado el bajo nivel de bancarización y digitalización del mercado.
La situación cambió de un momento a otro cuando la pandemia aceleró la digitalización en el país; las empresas y personas adoptaron de forma inmediata las nuevas herramientas disponibles para ejecutar transacciones financieras y esto impulsó el crecimiento de las firmas tecnológicas que ofrecen este servicio.
Las nuevas empresas de tecnología que ofrecen servicios financieros son expertas en gestionar en medios digitales, pero es importante entender que, ante el retorno a la presencialidad de manera masiva, muchos usuarios que se convirtieron en clientes de manera digital, en algunos casos, desearán también encontrar atención presencial.
Es importante entender que estas empresas son una alternativa ágil a la oferta de la banca tradicional, sin embargo, la capacidad de inversión y soporte financiero de grandes bancos supera largamente las posibilidades de las Fintech en etapas tempranas. En Perú, los bancos han empezado a ajustar sus productos para competir directamente con esta naciente industria. En algunos casos han optado por invertir en startups en crecimiento y en otros, optaron por lanzar productos digitales similares a los ofrecidos por sus competidores, como ocurre con el cambio de divisas online.
El regreso a la presencialidad significa un importante desafío para el sector tecnofinanciero y startups en general, principalmente por las características del equipo humano que suelen conformar estas empresas. La mayoría de estas empresas tecnológicas cuentan con talento joven, nativos digitales, acostumbrados a trabajar en equipo de forma ágil con herramientas virtuales que facilitan el trabajo remoto y, sobre todo, desde cualquier lugar del mundo.
Ocurre un fenómeno inverso al que vimos al inicio de la pandemia, donde las empresas tradicionales con gestión presencial se vieron obligadas a acelerar la apertura de canales digitales; ahora son las empresas digitales las que ven obligadas a abrir, de manera progresiva, espacios físicos eficientes que permitan tener un punto de contacto con sus clientes.
Es por ello, que uno de los retos más importantes será contar con una adecuada gestión omnicanal para integrar a los clientes, facilitandoles la experiencia con el servicio virtual y presencial. La dualidad de estos frentes permitirá mantener una comunicación cercana con los usuarios a través de un equilibrio entre entornos digitales y presenciales cuando sea necesario.
De igual manera, será de vital importancia el rol que juegue el Estado para seguir impulsando la formalización y acelere las regulaciones pertinentes, ya que aún existen vacíos legales y jurídicos para muchas firmas tecnológicas. Además, de seguir promoviendo la innovación digital a través de programas de incubación y aceleración, como Startup Perú, programa del Ministerio de la Producción, que cofinancia emprendimientos en vías de desarrollo, práctica que debe replicarse con mayor frecuencia y contar con mayor difusión.
Recordemos que la educación financiera y digital son primordiales para una verdadera inclusión tecnológica. Las campañas de educación masiva y concientización sobre la seguridad y facilidad de utilizar medios de pago digitales permitirán que las personas, así como empresas adopten de manera masiva soluciones digitales con mayor confianza.