Fuente: La Vanguardia
Ayer -en cuestión de una hora y con la única compañía de un smartphone, confinado en un pequeño apartamento del centro de Madrid- aplacé el pago de mi próximo recibo de luz, mientras escuchaba música sin parar, mientras consultaba el saldo de mi cuenta en la app del banco, mientras hacía la compra online de unos detalles para la casa, mientras trataba de buscar pareja en Tinder, mientras consultaba las últimas noticias de estos tiempos cambiantes, mientras (…)
Solo se puede imaginar una faena mayor que la crisis que estamos viviendo, y es que nos hubiese pasado, por ejemplo, hace diez años. Cuando la puerta de nuestra casa se cierra por dentro nos damos cuenta de que, al menos, a día de hoy estamos conectados y podemos salir adelante en nuestro día a día… No en todo, pero sí en lo esencial. Incluso el dinero entra y sale de casa sin movernos del sofá, solo con un clic del móvil. Pensemos en los bancos. Hasta hace apenas diez años los bancos vivían en el siglo XX, en sus oficinas, con sus mostradores, con sus papeles, con sus horas interminables para cualquier gestión… todo eso ha pasado a la historia gracias a nuevos jugadores que movieron el tablero.
La banca digital lleva años abriéndose camino y el confinamiento de millones de personas nos hace darnos cuenta ahora de que podemos hacer lo mismo o más que los bancos de siempre, pero mucho más sencillo y rápido, gracias a las nuevas tecnologías. He aquí tan solo unas pequeñas píldoras:
– Los consumidores pasan un 35% más de tiempo en dispositivos móviles que hace solo dos años y para 2023, se calcula que la industria móvil contribuirá con 4,8 billones de dólares al PIB mundial.
– El 98% de la Generación Z (nacidos entre 1997 y 2012) informa que posee un teléfono inteligente. Se espera que supere a los millennials como la generación más grande para fines de 2019, comprendiendo el 32% de la población.
– A nivel mundial, para el año 2021 se esperan más de tres mil millones de usuarios de banca online, un 53% más que los actuales.
¿Es necesario continuar? Son tan solo algunas pinceladas que podrían parecer inconexas pero que nos dan buena cuenta de la velocidad de cambio que están tomando nuestras sociedades. Mientras nuestros abuelos aún escriben cartas y pasan el rato viendo la televisión, los más pequeños crecerán con la Inteligencia Artificial y el Internet de las Cosas. Pero ¿cómo se aplica todo esto al sector bancario?
No es difícil imaginar el peso que el dinero físico o las oficinas bancarias van a ir perdiendo en la próxima década en favor de la banca digital. O cómo el smartphone y las apps sirven ya para casi cualquier gestión que necesitemos hacer con nuestro dinero. Los ejemplos están ahí para ser leídos: entidades como EVO Banco llevan impreso en su ADN fundacional las bondades de la era digital.
Experiencia digital del cliente hiperpersonalizada, la excelencia en la operativa digital, la innovación, los nuevos ecosistemas digitales o la posibilidad de crear redes interconectadas de servicios y capacidades comerciales, más colaborativas y escalables, son algunas de las fórmulas del éxito. Entre otros, estos han sido los factores que han permitido a EVO obtener el galardón de ‘Banca más innovadora de Europa 2019’ según los premios The Worl Finance 2019 que reconocen los proyectos más exitosos en la banca mundial.
Easy como forma de vida
Realizar consultas y ordenar operaciones con la voz gracias a la inteligencia artificial, conocer su salud financiera gracias al uso de big data o invertir en más de 20.000 activos del mundo gracias a algoritmos inteligentes está al alcance de muy pocos. Es la filosofía ‘easy’. La política del banco se enfoca directamente en la innovación, sencillez y transparencia -elementos fundamentales para el nuevo consumidor- y ya es un referente para nuevas y tradicionales marcas financieras de todo el mundo.
La nueva cuenta bancaria: el gran reto
El nuevo consumidor está más informado, lo quiere todo más rápido, más claro y es mucho más inteligente. Y los bancos deben adaptarse a estos nuevos tiempos. Los clientes de EVO Banco puede realizar la contratación 100% digital de cualquier producto de la entidad, ya sea una cuenta bancaria, una hipoteca o un fondo de inversión. Pero más allá del producto la clave de los neobancos como EVO está en la experiencia. Cuando un cliente se hace de la entidad no tiene un servicio en concreto, sino un universo de soluciones innovadoras y conectadas entre sí y pensadas para hacer la vida más fácil.
Pequeñas cosas pero tan útiles como recibir una tarjeta virtual justo cuando te haces cliente – para que no tengas que esperar la de plástico o que te cubra si algún día la pierdes – geolocalizar los cajeros gratuitos más cercanos o incluso conectar las cuentas de otros bancos para tener una visual de tus finanzas, son las que hacen del banco un aliado de tu vida cotidiana.
Algunos auguraban tiempos aciagos con la llegada de las nuevas tecnologías, Internet, los teléfonos inteligentes o las redes sociales. Diez o veinte años después, y especialmente en tiempos como los que vivimos, nos damos cuenta de lo increíblemente fácil que esas tecnologías hacen hoy nuestras vidas. Incluida la tan necesaria relación humana en tiempos de pandemia. Los cambios llegan a nuestras vidas, casi siempre, para quedarse. Adaptarse o morir, dirían algunos. Con la salvedad de que, al menos en este caso, son otros los que se adaptan a nuestras necesidades y lo único que mueren son nuestras ganas de perder tiempo con las finanzas que podemos dedicar a la vida.