Fuente: www.publimetro.cl
Dos millones de dólares pusieron sobre la mesa de Rafael Fuentes Candia para que entregara su empresa. Se podría decir que el santiaguino de 33 años es una especie de emprendedor serial que, de tanto intentar y errar, hoy tiene en sus manos una idea que promete convertirse en la próxima plataforma chilena que dará que hablar.
Rocketbot vio la luz hace ocho meses, y cuando recién llevaba unos noventa días funcionando, una de las tres empresas de automatización tecnológica más grandes del mundo quiso comprarla. «No podría decirte que no nos tentamos con esa oferta, pero sabíamos lo que teníamos, ahora vale muchísimo más. Aparte lo único que querían era sacarnos del mercado», dice Candia entre risas.
Pero, ¿qué hace que una empresa con una pequeña oficina en el centro de Santiago genere tanto ruido entre las grandes compañías del mundo? La clave son los robots. «Hoy en las empresas pasa que muchas personas se quedan más allá de su jornada porque hay mucha tarea manual que quita tiempo. Nosotros le pasamos esas tareas a un bot, que se crea a través de Rocketbot, y es él quien hace el trabajo», explica.
La idea es simple y sofisticada: los bots pueden ingresar y recopilar datos de una página, revisar y archivar datos y certificados, o hasta integrar sistemas en una empresa. «Esto lo venían haciendo tres empresas de talla mundial, entre ellas IBM. Ahora somos la primera startup latinoamericana metida en este tema y capaz de competirles.», cuenta su fundador.
El negocio se expandió a Bolivia, Ecuador, Colombia, Paraguay y México, y pronto sumarán a Argentina. De sus 20 clientes, cuatro licitaciones se las ganaron a los titanes del rubro, y su explosión fue tal, que están a pasos de firmar un acuerdo para comercializar Rocketbot junto a una de las cuatro compañías de servicios a empresas más grandes del mundo.
Por su parte, acá en Chile ya trabaja con dos actores de la banca, una aerolínea y se asoció con varias empresas tecnológicas, entre otras.
Ensayo y error
El promisorio éxito de Candia, eso sí, se fraguó tras décadas de desaciertos. «Comencé vendiendo dulces en el colegio», recuerda. Este es su quinto emprendimiento digital y el primero fue en 2004 cuando fundó un ecommerce de juguetes premium. «Los importaba de Europa y vendía por internet. Ahí me di cuenta de la estacionalidad: solo vendía juguetes en agosto y diciembre, el resto del año nada», relata.
14 años después, captar un nicho exclusivo de los peso pesados de la industria da resultados. Desde chatbots en un banco de Bolivia para entregar cartolas a clientes, pasando por robots que revisan los documentos de créditos en una aseguradora de Colombia, hasta un sistema automatizado para la logística de Coca Cola, Rocketbot asoma como un ejemplo que bien podría convertirse en el próximo Cornershop del emprendimiento nacional.
«Esperamos convertirnos de aquí a cinco años en un unicornio. Eso lo sostenemos en el crecimiento explosivo que hemos tenido. Hoy día vendemos el robot desarrollado, ese es el negocio, pero va cambiando y estamos vendiendo nuestra plataforma a otras empresas para que sus trabajadores desarrollen los bots», cierra Candia.