Fuente: innovacionenbanca.com
La mayoría de los pagos que realizamos para nuestras compras cotidianas se encuentran ubicados en el rango de las pequeñas cantidades que entendemos como micropagos. Así, en una primera aproximación, podríamos decir que un micropago es una transacción comercial cuyo montante puede ir desde un céntimo hasta el equivalente a un billete pequeño.
Por su reducida magnitud, los micropagos han sido considerados tradicionalmente operaciones de bajo margen para las entidades financieras y, por ello, se han realizado mayoritariamente en efectivo, con las dificultades que eso implica para el crecimiento del comercio electrónico. El negocio de los pagos electrónicos movilizó en su día a colosos como Visa o Mastercard, que se pusieron a la cabeza del desarrollo de un sistema seguro para la realización de compras online de pequeña cuantía. A estas empresas pronto se unieron alternativas como PayPal, luego adquirida por eBay, que a día de hoy se constituye como el sistema de pagos y micropagos por Internet dominante y con mayor presencia a nivel mundial.
La gran problemática que siempre ha rodeado a los micropagos y que limita sus posibilidades es el elevado precio relativo de las transacciones de micropago a través de medios tradicionales, encarecimiento que habitualmente repercute en el margen del vendedor, que es quien asume la comisión como un gasto de comercialización. Esta comisión, generalmente variable pero con un mínimo de cuantía fija, supone un porcentaje muy elevado del beneficio en un negocio basado en el comercio a pequeños precios.
Muy relacionado con los micropagos está el concepto de moneda virtual o e-currency, consistente en que un usuario compra moneda virtual que podrá gastar en determinados sitios web mediante micropagos a través de PayPal, tarjeta de crédito u otros medios de pago.
Las posibilidades que el concepto de e-currency suscita hicieron surgir hace años una serie de servicios que buscaban crear una moneda virtual válida para todo Internet, con el que las personas pudieran pagar por bienes o servicios en cualquier sitio Web. A pesar del fracaso de estas iniciativas, el hecho es que el uso de las monedas virtuales se extendió dentro de servicios Web como son los juegos multijugador del tipo de World Of Warcraft o comunidades virtuales como Habbo o Facebook.
La compraventa de bienes virtuales es hoy día un mercado de dimensiones colosales. Se estima que en el año 2008 se gastaron 1.500 millones de dólares en artículos “virtuales” como los que es posible encontrar en World of Warcraft, Second Life, e-Republik, o Facebook. No podemos olvidar sin embargo que la explotación de este tipo de negocio por las empresas citadas sufre el problema intrínseco de los micropagos, las comisiones impuestas por las entidades gestoras de pagos.
Así, cobra sentido la inminente conversión de Facebook en una plataforma de pagos.
Facebook, busca rentabilizar su negocio mediante la implementación de un sistema de micropagos que en principio permita la compra de bienes virtuales dentro de la propia comunidad, aunque es muy probable que en el futuro amplíe como moneda virtual, permitiendo así el pago de otros bienes y servicios fuera de la red.
Con la creación de esta plataforma, Facebook pretende además de arrancar cuota de mercado a otros medio de pago como PayPal y las tarjetas de crédito, fomentar la compra de bienes o servicios virtuales dentro de su plataforma, negocio que está promoviendo el desarrollo de aplicaciones tanto propias como de terceros que se beneficiarían de este sistema.
Y precisamente en esta plataforma de aplicaciones es donde puede estar el gran valor de una moneda virtual. Si las empresas a las que normalmente hacemos compras en la red, crean sus versiones para Facebook y usan esa divisa virtual, se abriría un interesante escenario para empresas y usuarios.
Con el tiempo, quizá pudiésemos ver como desde Facebook podemos comprar billetes de avión, reservar hoteles, comprar libros o descargar software. Este hecho ofrecería a los usuarios ventajas similares a PayPal, ya que únicamente deberían proveer sus datos bancarios a una sola empresa para tener acceso a múltiples bienes y servicios, reduciendo así las barreras de entrada que muchos usuarios presentan a la hora de realizar pagos en la web por falta de confianza en cuanto a seguridad en los pagos. En cualquier caso, el uso de monedas virtuales para la adquisición de bienes reales plantea demasiadas incógnitas regulatorias, operativas y de modelo de negocio para considerarse como una alternativa a corto plazo.