Entre empanadas y carne, el empresario mexicano Xavier López Ancona, fundador de los parques temáticos KidZania habla sobre el consumismo y la diversión.
Hay algo más que solamente un toque de Willy Wonka en Xavier López Ancona. Wonka creó un asombroso mundo de chocolate dentro de su fábrica, y el empresario mexicano exuda la misma emoción acerca de KidZania, los parques de diversiones en donde los niños juegan a que trabajan como los adultos. Hace 15 años fundó la compañía y ahora existen 16 sucursales en todo el mundo.
Me dirigí a su matriz en el distrito de negocios de Santa Fe. Esperaba que exudara una vibra tipo Google acorde a sus oficinas abiertas (sin paredes interiores) en donde sus empleados trabajan en “ministerios” de ficción al servicio de una república gobernada por niños (quienes componen el 65% de las 35 millones de personas que hasta el momento han visitado los parques temáticos de KidZania). Y todo el mundo se habla entre sí con su nombre de pila. Sin embargo, cuando sale el jefe, está vestido de manera formal con un blazer azul marino y unos pantalones grises.
López, de 50 años, es amigable y platicador, y prefiere conducir él mismo; y afortunadamente con poco tráfico, en menos de media hora llegamos a Cuicuilco al sur de la Ciudad de México.
El tercer y más reciente parque en México – uno está en Santa Fe y el otro en Monterrey – actualmente es el más grande, algo así como un “KidZania 2.0”, dice López. Ya toma forma el parque insignia de la compañía en Europa (la gente que pasa ya puede ver un enorme letrero de KidZania), en el centro comercial Westfield en el oeste de Londres. Se inaugurará el próximo año. Y espera otros nuevos proyectos que incluyen un parque en Estados Unidos en 2016.
En Cuicuilco: López brilla mientras me introduce al concepto de KidZania; cada parque es una ciudad a escala infantil. Los visitantes entran con un pasaporte a través de una terminal aérea, entonces pasan el día en un juego de rol (dramatización) en el que realizan un trabajo por el cual reciben como pago la moneda local del parque (que pueden gastar) mientras que sus padres los siguen.
Recorremos la “ciudad”, y me muestra cómo los niños pueden rentar teléfonos móviles, hacer tortillas, construir motocicletas, reciclar empaques de Tetra Pack, hacer helado de yogurt, abrir una cuenta en el banco, filmar un programa de televisión, montar una obra de teatro, ser bomberos, pueden ser un juez o un mensajero, y muchas cosas más.
Además de los 16 parques actuales en 13 países – todos, excepto Cuicuilco (que cuenta con una parte al aire libre), son atracciones en interiores- actualmente se construyen 11 parques más, además del de Londres, hay proyectos en ciudades como Delhi, Singapur, Sao Paulo y Doha. Ninguno tan grande como Cuicuilco, que se inauguró en mayo de 2012; y ninguno ofrecerá tanta actividades de “edu-diversión”. El gancho de KidZania es que a los niños les encantan los juegos de rol, así que dejémoslos jugar realizando los trabajos que hacen los adultos.
Es una “actuación con un propósito”, dice López, después de que salimos de KidZania y del murmullo de los niños en vacaciones escolares, y cruzamos el estacionamiento hacia un restaurante argentino con un frente amarillo de nombre Piantao en donde me asegura que la pasta es muy buena.
En abril, López cumplió 50 años. Está muy delgado, perdió 11 kilos en un reto para los empleados de KidZania hace dos años. Después de participar en una maratón con su personal, ahora quiere participar en un triatlón el próximo año y me dice que correrá el medio maratón en San Francisco. Admite ser enfocado y ambicioso. “Quiero hacerlo todo”, dice. Nació en la Ciudad de México en 1964 y su padre trabajó en diferentes tipos de negocios, principalmente de la industria alimenticia, mientras que su madre permanecía en casa con sus siete hijos. López no está casado y no tiene hijos, pero tiene 16 sobrinos y sobrinas.
A la empresa le gusta decir que sus 800 “socios industriales” globales – estos son los nombres que los visitantes ven dentro de KidZania, entre ellos Nestlé, American Airlines, Mitsubishi, Johnson & Johnson, Honda, Unilever y Nike – “autentifican el contenido”. En otras palabras, las versiones miniatura de tiendas, bancos y oficinas con los conocidos logos hacen que el juego de rol sea real. De hecho, López está menos preocupado por el bombardeo de marcas que en enfatizar que no hay videojuegos en sus parques.
A López le han llamado “el Walt Disney mexicano” por la manera en que forjó un nuevo nicho en la industria del entretenimiento. “Somos un buen ejemplo de una empresa mexicana que puede crecer internacionalmente. México necesita emprendedores. Hay pocas historias de éxito para que los chicos puedan pensar ‘podría ser como él’”.
Dice que nunca tuvo la intención de ser un emprendedor. Después de estudiar durante un año la preparatoria en Tulsa, regresó a México para cursar la carrera de administración de empresas y después una maestría en administración en la Kellog School of Management en la Universidad Northwestern en Illinois.
“Cuando estaba cursando la maestría, todo el mundo hablaba de las consultorías”, recuerda López. Así que se unió a Allen Hamilton en México. “En la consultoría, todo el mundo quería cambiar a una empresa privada. Me contactó un cazatalentos pero dije que no, me gustaba ser consultor”.
En 1996 se cambió, entró a General Electric, en donde fue vicepresidente de capital privado del grupo. Y también lo amó, aunque se dio cuenta de que en la iniciativa privada, “todo el mundo quería iniciar su propio negocio”. Nuevamente, no pensó mucho en eso hasta que un viejo amigo de la escuela se acercó a él con una idea para iniciar una guardería que enfocara sus actividades en juegos de rol para niños. Durante meses trabajó en el plan en su tiempo libre antes de pedir un año sabático en GE para ver si la idea podía perdurar. Su jefe lo reprendió de que solamente estaba jugando en su pequeño negocio”, antes de darle seis meses libres: López nunca miró atrás y ya no regresó.
La idea del jardín de niños cambió a KidZania, y el primer parque abrió en 1999 en Santa Fe. Después López compró las acciones de su amigo de escuela convertido en socio, Luis Javier Laresgoiti. Este es un tema al que no quiere dedicarle mucho tiempo.
López es un hombre muy rico (es difícil decir exactamente cuánto, ya que KidZania no hace públicos sus ingresos). Es dueño absoluto de los tres KidZanias en México y franquicia los demás. Al parecer su única extravagancia es pasar sus vacaciones en cruceros. Me trajo aquí en su automóvil Volkswagen, y noté que utiliza un reloj de plástico y un brazalete de la tienda de regalos de KidZania.
En Gran Bretaña, su socio de KidZania es el empresario Joel Cadbury (quien es, quizá, apropiadamente parte de la dinastía del chocolate británico). En las proyecciones de la empresa buscan un millón de visitantes en el parque de Londres al año, lo que ayudaría a KidZania a alcanzar 10 millones de visitantes al año mundialmente. Los parques tienen un costo de construcción de 35 millones de dólares y los costos de entrada varían entre 15 dólares en Mumbai a casi 50 dólares en Tokio.
En Estados Unidos, López planea un enfoque diferente, e intenta hacerlo con un socio estadounidense (no da nombres) para su lanzamiento, probablemente en Dallas o en Chicago.
Cuando KidZania buscaba comprobar que era un concepto exitoso, probó las aguas de Estados Unidos pero buscó el consejo, entre otros, de Howard Schultz de Starbucks, quien le dijo que no estaba listo y que debería construir franquicias exitosas fuera de México antes de intentar entrar al mercado de Estados Unidos. “Fue un consejo muy bueno”, sonríe.
Mientras las empresas mexicanas tradicionalmente miran hacia el sur en Centroamérica o al Norte a Estados Unidos, KidZania se convirtió en el segundo grupo mexicano que invirtió en Japón y el primero que lo hizo en Indonesia y en Kuwait. Después siguieron parques en lugares como Seúl, Cairo y Estambul. Aunque en China todavía no hay un parque, esto podría cambiar: “Tenemos que ir a donde se encuentran las ciudades, y el 60 por ciento de la población está en Asia”.
Regresamos a la matriz de KidZania, en donde se dirige inmediatamente a las escaleras para encontrar a alguien que pueda llevarme a través del tráfico en hora pico. Dice que va muy feliz a trabajar, y se nota. “Amo mi trabajo y mi producto”, sonríe. No es algo que sorprenda: dice que tiene márgenes entre el 20 y 30% y ve un retorno de su inversión entre tres y cinco años, por encima del promedio de la industria. “Es un buen negocio”, dice. “Estamos haciéndolo bien, y nos va bien”.
Fuente: Milenio.com