La idea del celular como tarjeta de crédito y débito no ha despertado el interés esperado.
A Mike Jordan nunca le gustaron los aparatos de pago que tenía en su restaurante dela cadena Dairy Queen, en Estados Unidos, que se suponía debían facilitar que los clientes compraran barras Dilly y galletas Oreo.
Las máquinas permiten que la gente pague tocando ligeramente con sus tarjetas crédito o débito el aparato, en lugar de deslizar el plástico. Pero al parecer no funcionaban muy bien y terminaron frustrando a los clientes, indicó Jordan, dueño de un DQ Grill & Chill en Delaware.
«Al final, supongo que los tiraremos», dijo sobre los «lectores sin contacto» que fueron instalados hace varios años. Por ahora, están guardados.
La experiencia de Jordan es emblemática de la relación de amor y odio que la industria financiera tiene con los aparatos nuevos. Los bancos han gastado miles de millones de dólares durante la última década para desarrollar y desplegar tecnología que se supone dará a los consumidores una nueva forma de pagar. Sin embargo, aunque las empresas financieras gastan a manos llenas en su afán por alcanzar la próxima frontera, conocida como pagos móviles, los traspiés de tecnologías previas nos recuerdan lo difícil que puede ser cambiar los hábitos de consumo.
En septiembre, Google Inc. presentó teléfonos que tienen incorporado un chip que permiten a los consumidores realizar pagos al acercar sus teléfonos a un aparato en la caja registradora. Visa Inc. y MasterCard Inc. respaldan la tecnología y comerciantes estadounidenses, como la cadena de almacenes de ropa American Eagle Outfitters Inc. y la tienda por departamentos Macy’s Inc. están aceptando ese método de pago.
Los nuevos teléfonos cuentan con NFC, tecnología que se considera la próxima generación para pagos sin contacto. Las transacciones debitan directamente el dinero de las cuentas de crédito o débito de un cliente sin que nadie tenga que deslizar una tarjeta por un lector conectado a una línea telefónica. En cambio, los clientes acercan un teléfono celular a un aparato de pago en la caja registradora u otra ubicación.
Los operadores de telefonía celular planean lanzar tecnología similar en EE.UU., para aprovechar la creciente cantidad de usuarios de teléfonos inteligentes. Este tipo de móviles representa ahora 40% de todos los teléfonos celulares en manos de adultos en EE.UU., según una encuesta de julio de Nielsen Holdings NV. Los bancos están promoviendo las «billeteras móviles» que facilitan ese tipo de pagos al darles a los clientes una forma de guardar información financiera, como datos de tarjetas de crédito, en sus teléfonos.
Pero hay dudas sobre si estos intentos de innovación financiera pueden cambiar los hábitos de consumo de la misma forma en que convencieron a la gente a deslizar una tarjeta en la caja registradora en lugar de pagar con efectivo o cheque. El triunfo del plástico se demoró 50 años e incluso hoy la mayoría de las transacciones de menos de US$10 aún se realizan con efectivo.
Nick Holland, analista de Yankee Group, estima que costará US$15.000 millones desplegar la tecnología que extenderá los pagos móviles. La firma de investigación de tecnología Gartner Inc. ubica los pagos móviles en una categoría que llama «pico de expectativas infladas», y señaló que es probable que se desplace a «zona de desilusión» dentro del próximo año.
«Creemos que las empresas intentan persuadir a los consumidores para que usen una tecnología que realmente no necesitan en esta etapa y que aún no es lo suficientemente buena», dice un informe de Gartner de julio.
La queja principal sobre los pagos móviles es que la tecnología actual no es significativamente mejor al método ya probado de deslizar un pedazo de plástico. Esas transacciones tradicionales dependen de una banda magnética de8,5 centímetrosde largo que fue inventada en 1969 por un ingeniero de International Business Machines.
Ejecutivos bancarios admiten que reemplazar la tarjeta de plástico por un teléfono probablemente no sea suficiente para lograr que la gente olvide el método tradicional. En cambio, apuntan a una generación posterior de tecnología que afirman revolucionará el proceso de pago al agregar funciones como descuentos instantáneos cuando un cliente entra a una tienda y la posibilidad de pagar sin acercarse hasta la caja registradora. Para que los pagos móviles despeguen, «debe haber alguna ventaja para el consumidor y para el vendedor», afirmó Paul Galant, presidente ejecutivo del Global Enterprise Payments de Citigroup, un grupo que diseña soluciones de pago para consumidores, empresas y gobiernos.
Ese fue el gran obstáculo para Jordan, el dueño del restaurante Dairy Queen, cuyos problemas con la tecnología comenzaron hace varios años, cuando las empresas de tarjetas de crédito empezaron a emitir plásticos que traían chips de computadora para permitir a los clientes acercar el plástico en lugar de deslizarlo. Las instituciones financieras alentaron a los vendedores a instalar los aparatos.
Hoy, apenas 1% de los comerciantes en EE.UU. cuentan con esa tecnología, según estimaciones de la industria.
Fuente: The Wall Street Journal Americas