La firma manuscrita biométrica es una de las formas de autorización e identificación de personas más usadas y aceptadas en negocios en el mundo. El sistema que usa la huella digital, la voz y la retina, es un sistema seguro y de bajo costo frente al papel.
SANTIAGO.- Como una alternativa eficiente y un complemento de seguridad al uso de certificados digitales, se presenta la firma manuscrita biométrica que trae la empresa alemana Softpro. Es una de las formas de autorización e identificación de personas más usadas y aceptadas en negocios alrededor del mundo, y su idea es implementarla en nuestro país a corto plazo.
Según sus dueños, el sistema ofrece varias ventajas respecto de firma electrónica basada en certificados digitales personales. Una de ellas es la seguridad para evitar fraudes por suplantación, ya que permite capturar en un dispositivo (Ipad, smartphone o tablet) las características biométricas únicas de la firma de una persona en cuanto a desplazamiento, velocidad, presión y aceleración en el trazado de la firma, por lo que el sistema es invulnerable.
Entre otros beneficios, las personas usarían sus firmas en vez de claves secretas de autenticación y se ahorrarían dinero en la compra de certificados digitales.
El gerente general de la multinacional europea, Heinz Reschke, explica que mientras más precisa es la información de una firma, mayor es la seguridad, al tiempo que el proceso de comparación es muy confiable.
«Nuestra solución está en todo el mundo, en diversos segmentos de la industria donde la autenticación es necesaria, como bancos, empresas de seguros, de gobierno, retail, salud y telecomunicaciones, entre otras. Hoy día todas las compañías están interesadas en reducir sus costos, manteniendo o incrementando la seguridad en las operaciones, algo que con nuestro sistema hemos hecho en más de 50 países en el mundo».
Éxito en España
Un caso de éxito en la incorporación de la firma manuscrita biométrica es el de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA), que agrupa al 50% de la banca de ese país y que hace seis años opera en un 100% con el sistema.
Santiago Uriel, secretario técnico de la COAS –órgano de cooperación entre las entidades financieras de la CECA- explicó que su objetivo al comenzar a operar con firma manuscrita biométrica era conseguir una oficina sin papel y, aunque antes habían buscado otros mecanismos, éstos no dieron buenos resultados, pues siempre se requería guardar al menos un documento legal firmado por el cliente.
«Nos significaba tener mil millones de documentos, ocupar nueve mil toneladas de papel, que equivalen a destruir 20 kilómetros cuadrados de bosques al año y la emisión de CO2 era equivalente a la que produce una ciudad de 50 mil habitantes. Un costo y un impacto medioambiental muy alto», comenta.
Agrega que incluso el uso de certificados digitales gratuitos, incluidos en la cédula de identidad hace varios años en España, no fructificó como solución de firma de documentos, por la necesidad de tener que portar y usar la cédula, la falta de confianza en la seguridad de un sistema basado en passwords, y la necesidad de lectores para ese tipo de tecnología.
Con la firma manuscrita biométrica se evitaron esos aspectos, creando el documento original del cliente en digital, lo que les permite además saber qué y quién lo ha firmado, cuándo y dónde lo hizo. Incluso se puede acceder al documento desde distintas partes del mundo en pocos segundos, si es necesario.
Para Uriel, otro de los beneficios es que mejora y hace más eficientes los procesos de negocios. «Nosotros analizamos en un banco tipo, de mil oficinas y de un activo de 80 millones de euros, cuál era el ahorro en horas y en papel con el uso de la firma manuscrita biométrica y el estimado es de 3.5 millones de euros al año. Si consideramos el total de nuestro sector esto implica un ahorro de 40 millones de euros en el mismo periodo», indica.
Situación en Chile
El abogado Rodolfo Herrera, experto en derecho informático y tecnología, explica que hoy en nuestro país se usan sistemas muy inseguros para la firma, como el pie de firma basado en imágenes JPG capturadas desde un documento escaneado, o el típico control de acceso a sistemas basado en «identificación de usuario y password». Buscando incrementar la seguridad y la confianza y a la vez reducir el uso del papel, ha llevado a usar firmas electrónicas o la huella para la firma de documentos electrónicos.
En Chile desde el 2002 existe la ley 19.799, que regula los documentos y firmas electrónicas, lo que hoy se busca perfeccionar en el parlamento. Actualmente está centrada principalmente en Firma Electrónica Simple y Firma Electrónica Avanzada, lo que se sustenta en el uso de certificados digitales personales, emitidos por entidades certificadoras acreditadas.
En este escenario Herrera precisa que, con el marco legal actual, no hay ningún impedimento legal para usar la firma biométrica en la mayoría de las transacciones y contratos que se efectúan en Chile, para todas las industrias, incluyendo la banca y compañías de seguro.
«La ley es clara: si se interpreta en el sentido que no se puede ocupar la firma biométrica, es ir en contra de ella porque esta establece que debe interpretarse cada uno de sus artículos con neutralidad tecnológica, es decir, no restringirla a la tecnología existente en el momento en que fue creada, lo que permite la incorporación de otros modelos de firmas».
Añade que «hoy más que nada se trata de voluntad política para abrir el mercado a uno de los mecanismos más efectivos de firma en el mundo, para que también sea considerada como Firma Electrónica Avanzada».
Fuente: Emol.com
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