La historia es más o menos así: Mark Zuckerberg, un estudiante genio de Harvard invita a su compañero Eduardo Saverin a ser inversionista de una red social de contactos que más tarde se llamaría Facebook. Era 2003, y Saverin ni siquiera se imaginaba el gigante tecnológico en el que se convertiría el emprendimiento en el que puso US$ 15 mil.
Inicialmente tuvo el 30% de la firma y hoy después de una larga batalla legal posee cerca del 5% de la empresa avaluada en US$ 187 mil millones.
Su historia, que fue llevada al cine en la película “The Social Network”, tiene prácticamente todos los factores a los que se pueden enfrentar las personas “comunes y corrientes” cuando deciden convertirse en inversionistas de una startup. La mayoría de las veces, eso sí, el éxito es bastante esquivo.
Nathan Lustig, emprendedor estadounidense y socio del nuevo fondo Magma Partners, tiene experiencia en el área y a su juicio invertir en una startup es como apostar en el casino. “Como inversionista tienes que tener claro que lo más probable es que vas a perder toda tu plata, porque la mayoría de las startups fallan. Si no estás dispuesto a correr el riego, es mejor no hacerlo”, comenta. Además, recomienda elegir muy bien a las personas con las que se planea hacer negocios, ya que suele suceder que dadas las pérdidas de dinero que enfrentan las startups, las relaciones tienden a complicarse. “Yo, por ejemplo, como emprendedor he tenido que rechazar inversiones de amigos o familiares cuando sabía que esa gente no tenía suficiente dinero para perderlo”, reconoce Lustig.
De opinión similar es Nicolás Brenner, co-fundador de Medularis y hoy dedicado al desarrollo de Padlet en EE.UU. “Yo no recomendaría invertir en startups como forma de ganar plata. Sin embargo, creo que sí vale la pena invertir en algo que uno cree o que le apasione, pero teniendo claro que es por el apoyo”, dice.
De acuerdo con su experiencia, si pese a “advertencias” una persona decide invertir, tiene que tener claro que aunque a la empresa le vaya bien, pueden pasar varios años antes de recibir dividendos. “Los plazos promedio de los fondos de inversión, por ejemplo, son ocho años”, comenta.
Niles Galdo, general mánager de Inversur Capital, también reconoce que existen altas probabilidades de perder la inversión y por eso es fundamental dedicarle apoyo integral al emprendimiento, más allá del financiero. “Por ejemplo, a través de la provisión de apoyo estratégico u operacional en la maduración del negocio. Esto en Estados Unidos se denomina capital inteligente y conlleva a asegurar una posible ganancia de capital a la inversión inicial”, dice. También recomienda tomar ciertas provisiones legales, que van desde determinar qué vehículo de inversión se va a emplear –sociedad anónima o sociedad por acciones, por ejemplo– y un pacto de accionistas donde se fijen claramente las condiciones de operación de los socios.
En este punto, Lustig dice que la mayoría de los inversionistas minoritarios tiene participación sin voto y que si la empresa tiene éxito reciben beneficios a través de los dividendos o después cuando es vendida a otra compañía.
Brenner, por su parte, comenta que últimamente se ha puesto de moda invertir a través de una especie de crédito que después se convierte en acciones. “Eso se hace así porque al principio es muy difícil ponerle precio a una empresa, porque no tiene clientes y porque normalmente el papeleo es más simple y más barato”, dice.
En este de por sí inseguro mundo de las inversiones en startups existe una vía que entrega un poco más de respaldo. Se trata de la opción del financiamiento colectivo —crowdfunding—, que en Chile tiene a uno de sus principales exponentes en Broota. A través de esta plataforma las personas pueden invertir en diversas empresas que cumplen ciertos requisitos de viabilidad. “La inversión se concreta solo si el total invertido por el conjunto de personas alcanza el monto total solicitado, de lo contrario no se le entrega nada al emprendedor (todo o nada). Utilizamos a la masa como filtro”, dice José Antonio Berríos, su cofundador. A través de Broota han invertido 190 personas con un monto promedio de $2 millones. En términos de rentabilidad, se espera que en empresas tecnológicas, por ejemplo, la ganancia sea 10 o 40 veces lo invertido. Las demás tienen tasas más bajas.
Fuente: Economía y Negocios.
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