Hace cinco años se creó en el país, establecido por el directorio de la Asociación de Bancos, un comité ad-hoc para incentivar la bancarización.
Hoy en día para muchos, sacar dinero de un cajero automático o pagar una compra deslizando una tarjeta plástica por un terminal de punto de venta es un acto cotidiano. De hecho, no es muy distinto a hablar por un celular o revisar un correo electrónico.
A poco de constituirse, el Comité de Bancarización fue descubriendo que la inclusión financiera es un proceso que se va desarrollando en cuanto se dan ciertas condiciones en los mercados. Un elemento esencial es el crecimiento dela economía. Sinesta expansión no hay aumento de la demanda por los distintos bienes y servicios, entre ellos los financieros. Un segundo elemento necesario para avanzar, es una adecuada distribución del ingreso. Mientras más equitativa sea, mayor será la demanda por servicios financieros.
Sobre estas dos materias era relativamente poco lo que los bancos podían hacer, salvo canalizar eficientemente el crédito a los mejores proyectos de inversión, como siempre se ha hecho.
Pero había un tercer elemento en el que sí podían incidir. Los bancos se dieron cuenta que el acceso a los medios de pagos bancarios sí producía un incremento en la bancarización de la sociedad y que, por diversas razones, el grueso de los terminales de puntos de venta y los cajeros automáticos estaban concentrados en relativamente pocas comunas de mayores ingresos o alta población. De hecho, en prácticamente una de cada tres no había ninguna posibilidad de retirar dinero por medios electrónicos.
El dilema para los clientes era para qué tener productos bancarios si no los podía usar donde vivía o trabajaba. Y la banca, hasta ese entonces, también operaba con esa lógica: sólo se instalaban ATM o POS donde había un flujo de transacciones que lo justificara, lo que creaba un círculo vicioso.
La industria decidió cambiar el curso de las cosas y apostar por la bancarización de las zonas de ingreso medio y bajo dela población. En consecuencia, se aprobó un plan que contemplaba, entre otros, la instalación de 14.000 POS “populares” en pequeños comercios, apuntando a que la mayor transaccionalidad de los clientes haría viablela iniciativa. Loque se buscaba era que en todas las comunas de Chile se pudiera girar dinero por algún medio electrónico e incrementar el porcentaje de la población que hiciera regularmente transacciones con productos bancarios. La inversión directa fue del orden de los US$15 millones y su concreción se logró acelerando el plan normal de instalación de terminales de Transbank y colocando ATMs en diversas comunas.
Los resultados han sido mejor que los previstos. A septiembre de 2011 se habían instalado casi 17.000 terminales en todo el país, registrando movimientos regulares un 72% de estos. Además, en el tercer trimestre del año casi 800.000 tarjetas transitaron por esta red popular y 372.000 lo hacían habitualmente. El monto de ventas en los pequeños comercios asociados se ha multiplicado casi por diez veces en cuatro años, potenciando el crecimiento de los mismos.
Esto significa, en primer lugar, que casi el 100% de las comunas del país cuenta con cobertura de a lo menos un medio de pago bancario (ATM, POS o Caja Vecina de BancoEstado). La excepción es la Antártica por no existir factibilidad técnica. Segundo, que la comodidad y seguridad de operar en una red abierta las 24 horas y los 365 días del año ya no es sólo privilegio de los segmentos más acomodados, sino que favorece crecientemente a los sectores emergentes de la población.
Fuente: Diario Financiero, Chile