Cada vez que retornamos a nuestro log in en un servicio de Internet (ejemplo, Facebook, Google, Gmail, YouTube, etc.) nos basamos en lo que los expertos UX llaman un “modelo mental” para navegar por las opciones. Un modelo mental es esencialmente la intuición de una persona de como algo funciona en base a sus conocimientos pasados, experiencias similares y sentido común. Así que incluso cuando algo es nuevo, los modelos mentales ayudan a que tenga sentido, utilizando la habilidad del cerebro humano para codificar los conocimientos y reconocer patrones.
Por ejemplo, la mayoría de nuestros abuelos pueden hacer un muy buen trabajo cambiando canales o aumentando el volumen cuando apuntan el control remoto al televisor más nuevo en el mercado, todo esto gracias al bien desarrollado modelo mental de los controles remotos de los televisores.
El ámbito “Por qué-Cómo”
Pero nuestro abuelos pueden no tener el mismo nivel de éxito al usar servicios de Internet, smartphones o tablets. Modelos mentales no tan bien desarrollados en este campo es el primer obstáculo. De hecho, según Pew Research, el 41% de los cuidados de la tercera edad en EE.UU. no usan el Internet para nada.
Entonces, ¿Puede que enseñarles como usar los servicios de Internet básicos cree el modelo mental correcto y aliviar el problema?. Es un paso en la dirección correcta, pero hay otras barreras en el juego. Por ejemplo, el mismo estudio de Pew Research indica que solo una de cada dos personas de la tercera edad saben el beneficio de Internet (compras online y entretenimiento, video conferencias y hablar con seres queridos, reconectarse con viejos amigos en las redes sociales, consejos médicos, etc.)— el resto, por implicación, sientes que no hay ningún incentivo para estar online.
En otras palabras, abordar a alguien en Internet es una cuestión de enseñarle tanto como funcionan las interfaces básicas y como funcionaba los servicios de Internet, y por qué deberían considerar usar el Internet, para empezar. Ambos van de la mano.
Un problema abstracto
Adicional a lo citado, la accesibilidad al Internet y la asequibilidad son importantes obstáculos que debemos pasar, pero son esencialmente problemas de ingeniería con un alcance finito. En contraste, desarrollar el deseo y las habilidades mentales para hacer uso de muchas de las comodidades de Internet es un desafío psicológico abstracto (con un alcance potencialmente infinito).
Esta gama de asuntos necesita ser abordada para que los desconectados se conecten. Por supuesto, de ninguna manera se fuerza a que lo desconectado se conecte. El punto es remover los obstáculos, así, los desconectados pueden hacer una decisión informada acerca de conectarse y no tomar una decisión basada en el miedo a lo desconocido.
Un mundo desconectado
¿Cuántos desconectados en realidad hay? Según la mayoría de las fuentes, aproximadamente el 20% de los estadounidenses son desconectados. Es un gran número. Pero el número aumenta si tomamos todo el mundo en cuenta. Entonces ¿cuántas personas desconectadas hay en el mundo entero? 4.3 billones.
Esto es, por cada usuario de Internet, hay dos personas que son desconectados; esto sesga predominantemente a lo rural, bajos ingresos y mujeres. Todos estos desconectados se están perdiendo de las miles de maneras que Internet tiene para facilitarle la vida a los usuarios: comunicaciones eficientes, educación, mejores oportunidades de carreras, información gratuita, la polinización cruzada de las visiones mundiales, entretenimiento económico, redes sociales, almacenamiento digital, etc.
Del mismo modo, dado que la mayoría de los 4.3 billones de desconectados pertenece a economías subdesarrolladas, para algunos beneficios «del tercer mundo» específicos también podría resultar. Por ejemplo, imagine lo contagioso que podría ser la precisión rastreable; o cómo las voces moderadoras podría filtrarse en localidades de controladores extremistas y fomentar la visión mundial pluralista; o cómo los los granjeros más remotos podrían tener acceso a metodologías modernas de cultivo y finalmente ver más allá de las técnicas agricultoras de sus antepasados; o cómo cada uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU no sufrirían tanto en la recolección de datos, haciendo una camino hacia un impacto más grande. Podríamos terminar haciendo una abolladura en los retos más persistentes la historia —esta segunda revolución de Internet sería un giro en la historia de la humanidad así como la segunda revolución industrial.
Visto a través del tiempo, el costo de oportunidad de lo que se pierden los desconectados está al menos creciendo tan rápido como el progreso de los avances tecnológicos de Internet. ¿Qué tan grande tendría que ser el costo en cinco años a partir de ahora? Diez? Quince? Veinte?
O en contraste, ¿qué tan grande es la oportunidad? Una oportunidad de cambiar la estructura misma del mundo, para el máximo número de personas en el mundo, para siempre?
Soluciones Emergentes
Con la aceleración de la mercantilización de los smartphones de bajo costo en todo el mundo, hacer que todas las personas en la tierra estén conectadas no es tan descabellado como podría ser. Por así decirlo, los desconectados están teniendo en sus manos el primer dispositivo computacional gracias a este boom de smartphones. Por lo tanto, no es de extrañarse que algunos de los principales innovadores de nuestro tiempo estén reflexionando sobre diversas soluciones para conectar a los 4.3 billones desconectados. Puede pasar drásticamente. Es algo posible.
Por ejemplo, Google’s Project Loon, el Google Free Zone y el recientemente anunciado Android One standard son pasos cruciales que ha sido tomados por el gigante tecnológico para atacar el problema. Igualmente, internet.or —una iniciativa global guiada por Facebook, Samsung, MediaTek, Nokia, Ericsson, Qualcomm y Opera Software— han estado trabajando seriamente para hacer el Internet asequible para los desconectados.
Demanda y Oferta
La primera cumbre de Internet.org tuvo lugar en Delhi. Durante esta, Mark Zuckerberg reiteró el compromiso de Internet.org con la causa. Y aunque originalmente la iniciativa se enfocó casi exclusivamente en hacer el Internet asequible (a través de la tasa cero y la mejoras de infraestructura), el discurso de Mark en la cumbre hizo referencia a las barreras mentales de las comunidades que no tienen experiencia previa en Internet.
En esencia, esto es un problema del “lado de demandas”, es decir, hacer que los desconectados empiecen a demandar el Internet a través de incentivos de construcción (es decir, el como) y los modelos mentales (es decir, el por qué). Mejorar el acceso a Internet y la asequibilidad, por otro lado, son iniciativas del “lado de la oferta”. Ambos lados, demanda y oferta, necesitan ser atacados en conjunto a fin de que —en términos simples Econ 100— las curvas de la demanda y la oferta se crucen a un precio no trivial, lo que lleva a la generación de una economía no trivial en torno a conectar a los desconectados.
Un estudio reciente hecho por McKinsey & Co y patrocinado por Internet.org identifica los temas antes mencionados, también, los menciona de forma individual en lugar de seguir mejorándolas como problemas de la demanda o de la oferta. En cualquier caso, un modelo sofisticado incluyendo las complejas razones psicológicas detrás de ser desconectados finalmente están emergiendo ahora, por primera vez en la historia, así que hay mucho que podemos hacer desde aquí.
Fuente: Tech Crunch