Disruptor: Se refiere al proceso o forma de hacer las cosas que supone una interrupción o ruptura brusca y que desplaza a los métodos que se venían empleando
Este es el diálogo entre dos monjes, un Maestro y un Aprendiz, en el monasterio, en la época actual, conversando sobre disrupción
El maestro: ¿Qué sucede muchacho? Me había parecido que estabas muy entusiasmado con este asunto de ser un disruptor y en este momento veo inquietud en tu rostro.
El aprendiz: No, no Maestro. Si entusiasmado estoy, créame. Pero me ha sorprendido un poco aquello de que la disrupción es un salto de fe y que uno no sabe a ciencia cierta a dónde ni cuándo llegará. ¿Cómo es que eso puede suceder? ¡Yo estoy muy convencido de lo que quiero lograr!
El maestro: ¡Ay muchacho! Ese es uno de los errores más comunes que se comenten. Déjame acompañarte en la reflexión. ¿A quién deseas cambiar, a ti o a otros? ¿Recuerdas que la disrupción es un cambio en la forma que se hacen las cosas? Eso trae implícito que es la forma en que otras personas, no tú, hacen las cosas.
El aprendiz: Sí maestro, pero es que si esa forma es mejor, será obvia para todos.
El maestro: Ahí radica el reto. Primero, mi joven aprendiz, esa obviedad no existe. El ser humano es una criatura de hábitos. La comunidad va adquiriendo prácticas, costumbres para actuar ante un estímulo. Eso le da a las personas certeza y seguridad en su actuación. Piensa en el hábito de decir “salud” cuando alguien estornuda. ¿Te ha pasado que estando en un lugar donde se pide silencio absoluto, alguien estornuda y otra persona, irreflexivamente, dice “salud”?
El aprendiz: Bueno, maestro, pero esto es diferente…
El maestro: ¿Por qué lo es? Los seres humanos ejercemos el raciocinio ciertamente, pero somos seres emocionales. Y esa emocionalidad nos lleva a buscar certezas, como te he dicho. Las certezas de lo conocido. Si te refieres a que hay quienes adoptan nuevas prácticas, es verdad que algunas personas son más proclives a probar cosas nuevas. Se les llama “consumidores pioneros”. Pero algo innovador, disruptivo, no puede quedarse sólo en unos cuantos consumidores o usuarios. Debe popularizarse. Y es ahí, la primera parte, de lo impredecible. ¿Cuánto tomará que cientos, miles o millones de personas cambien un hábito? Eso es casi imposible de prever.
El aprendiz: ¿La primera parte? ¿Aún hay algo más?
El maestro: Para lograr aceptación, a veces hay que adaptar la innovación, quizá reducir lo drástico que pueda parecer para las personas más conservadoras. Ese es el segundo factor. ¿Deseas que lo discutamos?
Este diálogo continuará…