Fuente: La Tercera
Depósito Central de Valores cerrará su bóveda a fines de 2009, tras 15 años de existencia.
La empresa, controlada por Administradoras de Fondos de Pensiones, bancos, aseguradoras y bolsas, realiza ya casi todas sus custodias vía electrónica. Entre sus metas están crecer en el exterior y masificar cuentas que permitirán a las personas seguir el movimiento de sus inversiones. 800 MIL DOCUMENTOS físicos quedan actualmente en la bóveda y son custodiados por la entidad. La mayoría corresponde a bonos de reconocimiento del Instituto de Normalización Previsional (INP).
Creado hace 15 años, el Depósito Central de Valores (DCV) llegó a custodiar 4,5 millones de papeles. Fue su peak. Hasta la desmaterialización de documentos, que comenzó hace una década, y que estará completada en diciembre de 2009, cuando se cerrará definitivamente la bóveda de 400 metros cúbicos que hoy sigue operando en el subterráneo del edificio de Huérfanos 770.
El gerente general del DCV, Fernando Yáñez, dice que hoy quedan unos 800 mil documentos físicos custodiados por el organismo, en su gran mayoría bonos de reconocimiento del Instituto de Normalización Previsional. En un año más, el DCV espera que la custodia sea definitivamente desmaterial y que las acciones, los depósitos y los bonos, que entre otros instrumentos se transan en el mercado de capitales, sean resguardados en archivos computacionales.
Por el DCV, una entidad cuyos accionistas son los bancos, las AFP, las aseguradoras y las bolsas de valores, circulan al mes hoy unos 8.000 archivos. Entran y salen. “De punta a cabo en una transacción ya no hay una operación manual”, dice Yáñez. La operatoria es así: los emisores o tenedores de un instrumento envían electrónicamente, por línea privada, archivos al DCV informando sobre la identidad del comprador de cada papel. Los emisores cuentan con métodos que resguarden el procedimiento previo a registrar el traspaso: un funcionario emite el archivo, otro lo aprueba y un tercero lo remite al DCV. El organismo distribuye luego la titularidad de los archivos a las cuentas de los compradores.
Junto al cambio de la desmaterialización, el caso Alfa -donde se ha acusado a la corredora de disponer de papeles de sus clientes- motiva en parte otro cambio: la masificación de las cuentas demandantes. Con ello, cualquier persona puede crear una cuenta virtual donde chequear on line sus inversiones y el estado de sus instrumentos. El DCV tiene registrado un millar de esas cuentas, básicamente a nombre de sociedades y holding de inversión. La idea es multiplicar ese número hasta por 100. “Esperamos tener definidos el costo a fin de año y tenerlo disponible a inicios de 2009”, explica Yáñez. La cuenta demandante no permitirá a los titulares transar sus papeles, función que seguirá radicada en los intermediarios -corredores, bancos, etc.-, pero sí podrán bloquear o desbloquear y realizar consultas sobre movimientos con sus títulos. “Es una herramienta de mayor seguridad”, define Yáñez.
No es el único desafío del DCV. También mira fuera de las fronteras. En el DCV cuidan archivos con activos superiores al PIB de Chile en un año: US$ 180 mil millones. Pero saben que hay un mercado afuera, acompañando a sus clientes y accionistas en el exterior, custodiando sus apuestas internacionales. “Estamos creando una red internacional que les preste servicios a los inversionistas chilenos en la custodia de sus inversiones”, afirma Yáñez. El DCV abrió cuentas en Nueva York, Europa, México, Brasil y Perú (estas dos últimas vía Citi) y gestiona un nuevo acuerdo para Colombia.