Estuve en el Cusco, en el desarrollo de un programa piloto de dinero electrónico con mujeres rurales. Les explicamos cómo operaría el dinero electrónico. Plata en sus celulares. Las acompañamos mientras se afiliaron. Abrieron su cuenta (restringida, por ser un piloto) y depositaron dinero. Luego mandaron y recibieron plata desde sus teléfonos. Después fueron a un cajero corresponsal y pusieron más plata para después sacarla de su cuenta en el teléfono (reconvirtieron su dinero electrónico en efectivo).
“Sí, me va a servir, y si me sirve, entonces claro que lo voy a usar” me dijo una de ellas. Saben exactamente lo que quieren, lo que necesitan. En minutos captaron la idea y comenzaron a discutir entre ellas para qué les iba a servir este nuevo servicio.
La mayoría tiene teléfonos básicos, lo que dificulta más el proceso. Pero no se rindieron, probaron hasta que aprendieron. Todas lograron afiliarse y mandaron y recibieron plata. Cuando el mensaje de texto que confirma la transacción demoró, ellas no.
Entraron de nuevo a su cuenta y vieron su saldo. Verificaron que lo que habían mandado había salido y lo que les habían mandado había entrado.
La lección central de este piloto es que si el producto que les ofrecemos resuelve una necesidad, lo van a usar.
No les importa equivocarse y tratar varias veces. Ellas señalaron que esto era mejor que llevar el dinero en la mano, que ahorra tiempo, gasto en pasajes, y que es más cómodo y seguro que otros servicios para mandar plata. Hay demanda. Si les sirve a estas señoras rurales, si ellas aprenden en un par de horas a usarlo, imagine el potencial.
Estas señoras fantásticas, la mayoría con apenas primaria completa, nos dijeron clarito cómo este nuevo servicio financiero les resolverá problemas y les abrirá nuevas oportunidades.
¡Entusiasmo renovado, para seguir! Pronto tendremos novedades del dinero electrónico.
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