Amor por bitcoin se extiende a los más ricos de América Latina

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Fuente: www.elmostrador.cl

El bolívar venezolano, admitirá a regañadientes Carlos Mosquera Benatuil, es una moneda «real». Bitcoin no lo es, en esencia: es solo una larga línea de código informático. Sin embargo, no hay duda de cuál es la preferencia para el oriundo de Caracas de 35 años.

Mosquera es uno de los muchos creyentes del bitcoin de América Latina, marcado por las cicatrices de la hiperinflación que ha devastado las economías de Brasil, Argentina, Bolivia, Perú y ahora Venezuela. La clase media de la región conocedora de la tecnología, dice, comenzó a adoptar bitcoin hace unos años para proteger sus ahorros de los crecientes precios al consumidor y los controles de divisas. Ahora, los inversores más ricos de América Latina quieren participar en la acción. El creciente interés de su parte podría ayudar a impulsar las inversiones en la moneda en el futuro.

Al menos dos fondos de criptomonedas que atienden específicamente a este grupo se iniciaron en 2017, a medida que crece la demanda de activos digitales en la región. Las oficinas familiares constituyen la gran mayoría de los clientes de los fondos, según entrevistas recientes con los fundadores de los fondos. «América Latina es muy volátil», dice Mosquera, quien reside en Roma, y cuyo fondo de cobertura, Solidus Capital, invierte en ocho principales criptomonedas y activos digitales vendidos a través de ofertas iniciales de monedas. (No reveló el tamaño del fondo ni su rendimiento.) «Las criptomonedas se está convirtiendo en un nuevo refugio para estas familias».

Dos fondos es un número pequeño, sin duda; hay más de 100 fondos de cobertura centrados en criptomonedas a nivel mundial. Pero estos comienzos modestos también hablan de la notoriedad del bitcoin por el tráfico de drogas y el lavado de dinero, lo que atemorizó a las oficinas familiares con aversión al riesgo de América Latina. Luego vino el 2017. Ni los multimillonarios de la región han sido capaces de ignorar la frenética escalada del bitcoin en el mundo de las finanzas. La criptomoneda aumentó desde un mínimo cerca de US$750 en enero hasta una marca máxima sobre US$16.000 a principios de diciembre, con muchos momentos dramáticos a lo largo del camino. Tampoco los ricos han sido inmunes al reciente período de deterioro en el crecimiento de América Latina. Las oficinas familiares en los mercados emergentes tuvieron el peor desempeño que en cualquier otro lugar del mundo el año pasado, con un promedio de ganancias del 6,2 por ciento, frente al 7,7 por ciento de Norteamérica, de acuerdo con un informe de UBS/Campden Research.

Mosquera dice que a sus clientes les interesa algo más que los retornos espectaculares. También están apostando por la tecnología subyacente de cadena de bloques, que elimina a los intermediarios de las transferencias de dinero y registra transacciones en un libro mayor digitalizado a prueba de manipulaciones. Mosquera, por su parte, se enamoró de bitcoin por primera vez en 2013, cuando se negociaba por alrededor de US$70; él lo vio como una solución viable a los precios exorbitantes que erosionaban los ahorros y poder adquisitivo de los venezolanos. Bitcoin también proporcionó una manera de evadir los estrictos controles del gobierno sobre el acceso a dólares estadounidenses: «el activo más preciado en Venezuela», dice Mosquera. «Si tienes dólares, incluso si no tienes mucho, la inflación te hace rico en poco tiempo».

Dos años después, mientras la economía del país seguía empeorando y el gobierno era cada vez más cauteloso con relación a las criptomonedas, aprovechó su pasaporte europeo y escapó a Roma. Mosquera se centró en las operaciones en valores antes de comenzar Solidus, y comenzó a aceptar fondos de las oficinas familiares residentes en América Central, México y el Caribe hace alrededor de siete meses.

Roberto Ponce Romay dice que 12 oficinas familiares constituyen la mayor parte de los inversores en su fondo Crypto Asset Fund, con sede en Miami, que abrió en septiembre. «Estamos convencidos de que esto se convertirá una nueva clase de activo, al igual que las acciones y los bonos», explica Ponce, quien fundó la firma de capital privado Invermaster Ventures hace 10 años después de dejar su trabajo como gerente en la firma consultora Bain & Co. Los inversores argentinos constituyen un tercio del fondo actual, los inversores colombianos y de otras naciones de América Central componen otro tercio, y el resto se divide entre familias de otros países de América Latina, señala Ponce.

El fondo Crypto Assets Fund de Invermaster, que tiene US$15 millones en monedas digitales bajo administración, actúa como un fondo indexado pasivo, con la ponderación de cada moneda correspondiente a su capitalización de mercado. Ponce dice que para 2018 planea abrir un segundo fondo de criptomonedas, CAF 2, que se gestionará más activamente.

Su objetivo es aumentar CAF a US$50 millones bajo administración y recaudar US$100 millones para CAF 2, que invertirá por completo en criptomonedas.

Por supuesto, el auge de las criptomonedas en América Latina se extiende mucho más allá de los fondos para las personas adineradas. Jorge Farias, el máximo ejecutivo venezolano de la plataforma de monedas digitales de Panamá Cryptobuyer, señala que sus clientes usan criptomonedas para todo, desde enviar dinero a parientes en lugares lejanos hasta compra de apartamentos. Western Union Co. cobra altas comisiones y tarda varios días para enviar un pago en efectivo, dice, mientras que los inmigrantes pueden enviar dinero a casa a través de bitcoin casi instantáneamente usando los cajeros automáticos de Cryptobuyer. A diferencia de Western Union, las remesas enviadas a través de una plataforma como Cryptobuyer pueden mantenerse en bitcoin, por ejemplo, y luego retirarse en una moneda local según sea necesario, lo que ayuda a disminuir la erosión causada por la inflación en un país como Venezuela, donde las alzas de los precios podrían superar el 2.000 por ciento el próximo año, según el Fondo Monetario Internacional.

Las transacciones de Cryptobuyer en Venezuela se han triplicado desde el comienzo del año, según Farias. Y ya no se trata solo de un joven en Madrid enviando dinero a su madre en Caracas. Los clientes de Farias son ingenieros, profesionales independientes y diseñadores web que exigen pagos en criptomonedas de parte de sus empleadores en el extranjero, dice. Todo esto ha sido un acontecimiento importante para los llamados no bancarizados, personas sin cuentas bancarias que mantienen su dinero en efectivo. Debido a la creciente penetración de los teléfonos inteligentes en el mundo en desarrollo, las criptomonedas ofrecen un mecanismo de ahorro y transferencias de dinero fuera del alcance de la industria bancaria.

«Hay países hoy en día sin agua potable donde todos tienen un teléfono celular», dice Farias, quien espera instalar 200 cajeros automáticos criptográficos en toda América Latina. «Cualquiera que tenga un teléfono inteligente puede tener una cuenta de bitcoin, algo que no podría pasar antes. Por lo tanto, el nicho realmente es todo el mundo».

Farias dice que el atractivo se está ampliando hacia las empresas dominantes en países como Panamá, incluidos los hoteles, dado que cada vez más clientes preguntan sobre el uso de la criptomoneda como una alternativa al efectivo.

Obviamente, a bitcoin no le faltan detractores. Mientras el máximo ejecutivo de JPMorgan Chase & Co., Jamie Dimon, hizo el famoso comentario sobre bitcoin en que lo calificó de fraude y dijo que «no acabará bien», también ha señalado que recurrir a la criptomoneda podría tener sentido en un país como Venezuela. El fundador de Vanguard Group Inc., Jack Bogle, aumentó recientemente el tono de sus críticas al decir que había que «evitar el bitcoin como la peste».

El volumen de operaciones en criptomonedas ha aumentado y lo ha hecho más rápidamente en países con controles de capital y monedas debilitadas. En Venezuela, por ejemplo, el volumen de negociación semanal de bitcoin alcanzó un récord en abril cuando los manifestantes antigobierno y la policía comenzaron los violentos enfrentamientos.

En Argentina, el volumen subió a un máximo histórico en junio, cuando la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (cuyas políticas, incluidos estrictos controles de capital, dejaron al país sumido en una recesión), dijo que se postularía a elecciones legislativas.No todos los inversores en los EE.UU. son tan escépticos como Dimon y Bogle. Incluso el gerente de fondos de cobertura Mike Novogratz, quien ha llamado al bitcoin «la mayor burbuja de nuestras vidas», está comenzando un fondo de criptomonedas de US$500 millones; el inversionista de riesgo multimillonario Mark Cuban también señaló que ha invertido en bitcoin y ofertas iniciales de monedas. Tanto entusiasmo ha hecho que las empresas corran para estructurar todo, desde mercados regulados hasta la negociación de derivados y bóvedas de clave privada, lo que también podrían hacer más agradables los activos exóticos para los inversores institucionales. Lo que hace a las oficinas familiares únicas es su capacidad para saltar rápidamente al mercado, ya que tienen menos obstáculos regulatorios y burocráticos que atravesar que los fondos mutuos y los fondos de cobertura.

A medida que la riqueza del mundo se transfiere a las generaciones jóvenes conocedoras de la tecnología, puede haber menos escepticismo sobre las monedas virtuales también, explica Ponce, de Crypto Asset Fund. «Tienes el abuelo que está mirando esto con mucho escepticismo y miedo», dice Ponce desde su oficina en Costa Rica. «Luego tienes a la generación más joven, de 35 años, que ha regresado de obtener una maestría en el extranjero y está muy interesada».

Pero incluso los más alcistas en las criptomonedas aconsejan precaución, porque las monedas digitales son probablemente los activos negociables más volátiles que existen. «Esta es una inversión asimétrica donde recomendamos poner el 1 por ciento de la cartera», señaló Mosquera de Solidus. «Si hay un escenario apocalíptico y en tres años pierdes el 1 por ciento de tus activos, puedes compensar eso con el 99 por ciento en un par de meses. Pero la ventaja potencial de ese 1 por ciento puede ser mucho mayor de lo que el 99 por ciento puede hacer en una década».

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