La emisión de tarjetas de crédito no es lo único que ha disparado en el país. También el consumo con este medio de pago, que alcanzó los 3,5 billones de pesos, 18,6 por ciento más que en el 2010.
El llamado dinero plástico presenta una dinámica impulsada, en gran medida, por la llegada de más competidores al sector bancario con estrategias cada vez más agresivas en materia de colocación de tarjetas y de estímulo al uso de las mismas.
El año pasado entraron al mercado 1,36 millones de nuevos plásticos, según el más reciente reporte de la Superintendencia Financiera, lo que sin duda contribuyó a empujar la cartera de este segmento en 23,7 por ciento anual.
Entidades como La Polar, el BCS y el Banco Pichincha, que si bien no tienen un volumen alto de plásticos en el mercado, fueron las que más crecieron en expedición de tarjetas el año pasado con 229; 139; y 90,6 por ciento, respectivamente.
A estos se les sumarán entidades como el Banco Finandina y Macrofinanciera, entre otros, que ya anunciaron que adelantan gestiones para entrar en el mercado del dinero plástico en el 2012.
Aunque la colocación de nuevas tarjetas y el consumo que se hace con estas muestran tasas de crecimiento altas, el superintendente Financiero, Gerardo Hernández, dijo no estar preocupado por la situación, en la medida en que no hay alarmas frente a un eventual deterioro de la cartera del sector.
El saldo de la cartera de las tarjetas de créditos marca los 14,1 billones de pesos. Sólo en el último año (diciembre del 2010 a diciembre del 2011) se incrementó en términos absolutos en 2,7 billones de pesos.
“Los bancos aumentaron la base de clientes apalancados, por ejemplo, en los corresponsales bancarios u otorgando crédito y tarjetas a los segmentos más bajos, aprovechando que la tasa tope se encuentra en niveles altos”, señala el experto en banca y catedrático de la Universidad de los Andes, Alfredo Barragán. Las cifras del sistema permiten ver que en el último año los avances en efectivo crecieron más rápido que las compras realizadas con tarjeta, pues los primeros lo hicieron a una tasa de 20,4 por ciento, mientras las segundas con dinámica de 17,5 por ciento.
Según cálculos del Banco de la República, la carga financiera de los hogares, como porcentaje de sus salarios, se acerca al 20 por ciento, siendo el consumo el de mayor peso con más del 15 por ciento. Vivienda tiene menos del 5 por ciento.
Fuente: Portafolio, Colombia