Fuente: www.bbva.com
La tecnología ‘blockchain’ está empezando a aplicarse a todo tipo de sectores y los expertos indican que lleva camino de convertirse en un fenómeno a la altura de Internet. Más allá de las famosas criptomonedas, ya no cabe duda de que los usos de esta tecnología pueden mejorar la sociedad. Y hay empresas sociales que lo están demostrando con interesantes proyectos.
Cada vez es más habitual encontrarse con noticias referentes a esta tecnología que provocan la curiosidad del público y alimentan la imaginación de las empresas. Sin embargo, más allá de las ambiciones materiales, la cadena de bloques ofrece todo un mundo de posibilidades a las empresas sociales para impactar de una forma positiva en el mundo.
La clave está en la transparencia
La transparencia es uno de los puntos fuertes. “La tecnología en el corazón de bitcoin y otras monedas virtuales puede registrar transacciones entre dos partes de manera eficiente, verificable y permanente”, explican Marco Iansiti y Karim R. Lakhani en un artículo sobre ‘blockchain’ para Harvard Business Review. Esta ventaja puede ser la base de importantes proyectos sociales.
Es el caso de la ‘start-up’ BitGive Foundation, con sede en California, que ha lanzado la plataforma GiveTrack. Con este sistema, basado en ‘blockchain’, se pueden donar bitcoins para causas benéficas y rastrear dichas donaciones en tiempo real. De esta forma, se reduce el coste de las transferencias internacionales, se asegura que los fondos llegan al destinatario deseado y se permite a los usuarios ver cómo se gastan sus donaciones.
Reducción de la pobreza
Transacciones fiables, seguras, sin necesidad de intermediarios y con una reducción de las comisiones: ¿cómo puede llegar a impactar esta ventaja del ‘blockchain’ en el tercer mundo? Solo con leer las cifras, la respuesta salta a la vista: “En 2016, los emigrantes que trabajaban en el extranjero enviaron aproximadamente 442 millones de dólares a sus familias en sus países de origen”, explicaba Nir Kshetri, profesor de la Universidad de Carolina del Norte, en un artículo para la web de World Economic Forum. “Este flujo global de efectivo es un factor significativo en el bienestar financiero de las familias y sociedades de los países en desarrollo. Pero el proceso de enviar dinero puede ser extremadamente costoso”.
La tecnología ‘blockchain’ permite abaratar estas transacciones y reducir significativamente las comisiones abriendo todo un mundo de posibilidades para diversos sectores, como el de la salud. “La mayoría de las personas en el tercer mundo carecen de seguro de salud y vida, principalmente porque es muy caro en comparación con sus ingresos”, explica Kshetri. “Los sistemas ‘blockchain’ funcionan ‘online’ y verifican las transacciones, por lo que pueden evitar el fraude, reduciendo drásticamente los costos para las aseguradoras”.
Un buen ejemplo de cómo aplicar esta prerrogativa se encuentra en la empresa mexicana Consuelo: un servicio de microseguros basado en ‘blockchain’ y respaldado por la compañía mexicana de pagos móviles Saldo.mx que permite a los usuarios acceder fácilmente a un seguro de vida y de salud. El sistema de microseguros cubre a las personas que no están integradas en la economía formal y ampara a sus familias en Estados Unidos u otras zonas de México.
La identidad única
Si hay un ámbito en el que esta tecnología puede conseguir un impacto positivo en la vida de millones de personas en todo el mundo es en la gestión de la identidad. La ventaja de no tener que aportar documentación para probar la identidad y poder hacerlo de manera segura, tendrá múltiples aplicaciones y facilitará las relaciones de las personas con las administraciones de su países.
En el caso de los refugiados, que viven en países extranjeros, contar con una identidad oficial es vital para normalizar su vida y acceder a los servicios financieros que necesita en su día a día. En Finlandia, la ‘start-up’ MONI, ha creado una tarjeta que está vinculada a una identidad digital única, basada en la tecnología ‘blockchain’. Gracias a esta tarjeta, la persona refugiada puede comprar productos, pagar facturas y recibir depósitos directos de sus empleadores. Cada transacción se registra en una base de datos pública y muy protegida que permite al Servicio de Inmigración hacer un seguimiento de los titulares de la tarjeta y de sus movimientos. De esta manera, se garantiza la seguridad y legalidad del sistema. MONI ya funciona en toda Europa, pero quiere saltar fronteras y se propone un objetivo ambicioso: que en el futuro, cualquier persona pueda acceder al sistema financiero de una forma normalizada. ‘Blockchain’ puede mejorar sus vidas y darles las oportunidades de las que ahora carecen.