Fuente: El Mercurio
Aunque todavía es pronto para anunciarlo, el fin del dinero en efectivo parece ser un próximo escenario difícil de evitar.
Dinamarca es el país insignia en esta transformación. Es uno de los más avanzados en los pagos digitales y es el único que ha intentado eliminar su papel moneda -la corona danesa-, aunque con un plan gubernamental. Si bien la medida no se ha concretado del todo, los daneses ya tienen tan interiorizado el pago por medio de sus teléfonos celulares o tarjetas, que lo hacen hasta para pagar el diario, o un pan. Asimismo, en ese país hace tres años que existe MobilePay -una app lanzada por el Danske Bank-, que ya la utiliza el 63% de la población para realizar sus transacciones.
La tendencia se está expandiendo en todo el mundo. Según el último informe World Payments Report 2016 de Capgemini, los pagos digitales mundiales tuvieron un crecimiento récord de 10% en 2015, hasta alcanzar los 426.300 millones de operaciones.
En el caso de Chile, en particular, ya ha habido señales de que las monedas y los billetes se están despidiendo. En abril de este año, por ejemplo, el Banco Central propuso al Ministerio de Hacienda terminar con la producción de monedas de $1 y $5 por el alto costo que conlleva hacerlas. Según el ente emisor, cada moneda de $1 cuesta $6 hacerla, mientras que una de $5 tiene un valor de $17.
Asimismo, considerando los servicios financieros presentes en el país, los instrumentos de pago electrónico son otra arista que ha ido ganando terreno. Un estudio de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF) que se presentó este año mostró que el instrumento de pago más usado es la tarjeta de débito, que protagoniza el 66% del número total de operaciones. La expansión del canal de pago POS (por ejemplo Redcompra) explicaría esta tendencia.
Más allá de eliminar el circulante, hay quienes también plantean la posibilidad de que las divisas mundiales también se acaben. En su reemplazo se está posicionando, por ejemplo, el bitcoin, una moneda electrónica que no depende de ningún banco central ni gobierno.