Por: Paola Fuerte Ceballos;Cofundadora Escuela Innovación
El sistema educativo y los esquemas laborales tradicionales le han dado al fracaso una connotación negativa. Tanto así que hemos sido formados para evitarlo. Sin embargo, en estos tiempos de rápido cambio el fracaso se ha convertido en la mejor herramienta competitiva y así lo han entendido grandes compañías que han empezado a recompensarlo. Para mencionar algunas: TATA con su galardón «dare to try award», P&G con «heroic failure award» ó Google con su proyecto «X». En el libro “Errores brillantes” Paul Schoemaker estima que la mitad de los descubrimientos en el área de la salud han sido un accidente. El más recordado por supuesto fue el error de Alexander Flemming que trajo al mundo la penicilina.
A pesar que la connotación de la palabra fracaso está tomando un viraje diferente al ser vista como un aprendizaje, la mayoría de compañías sigue teniendo un enfoque conservador al respecto. La pregunta común es ¿Acaso debemos crear una cultura que contabilice los errores y premie por ello? No, recompensar el fracaso no significa recompensar el trabajo mal hecho. Significa recompensar el trabajo duro, ágil para encontrar y crear valor para los clientes sin la necesidad de aferrarse al modelo inicial. La mejor analogía que se me puede ocurrir es cuando un niño está aprendiendo a caminar. En el primer intento seguro no lo logra, le falla el equilibrio, la fuerza, la coordinación. Sin embargo, en cada intento fracasado aprende algo nuevo hasta que camina. Qué tal si a la primera vez que el niño se cae, los padres dijeran: “ven amor, creo que el tema de caminar no es lo tuyo” ¿Le diría usted eso a sus hijos? ¡Claro que no! Al contrario lo que usted hace es motivarlo para que lo intente de nuevo.
Recompensar el fracaso provee mensajes claves para la organización tales como:
Estamos abiertos a la innovación
Cuando se tiene el temor de estar equivocado, las ideas no son expresadas por ende no se obtiene retroalimentación. De este modo se genera una escases de ideas para mejorar la organización lo que causa un déficit de innovación.
El fracaso es parte del proceso
Cuando los equipos de trabajo tienen la libertad de poner a prueba sus ideas sin el temor de fracasar y ser amonestados existe una mayor probabilidad que sigan contribuyendo con ideas futuras y participando en los procesos de innovación.
La eficiencia es el motor
Las organizaciones suelen definir proyectos y ponerlos a cargo de un área específica quien al ejecutarlo puede no obtener los resultados esperados y continua invirtiendo recursos a pesar de las múltiples evidencias de fracaso. Si la organización acepta el fracaso puede asimilar, eliminar o cambiar iniciativas rápidamente en vez de seguir gastando recursos.
Tenemos mentalidad de Startup
Abrazar al fracaso les enseña a los empleados a pensar de forma diferente, a aprender cómo adaptarse, y a como desarrollar ideas incluso mejores que las originales. Los empleados aprenderán porque las ideas fallaron y como lo hubieran podido hacer diferente.
Ahora la pregunta es ¿Qué piensa tu organización acerca del fracaso?
“La persona que nunca cometió un error, nunca intento nada nuevo” – Albert Einstein