Digital Trends | Por Vanessa Arenas
Plataformas como Instagram, TikTok, Zoom y Twitter se convirtieron en algo más que entretenimiento durante los meses de confinamiento. Una ventana de difusión para dar a conocer proyectos, comida, clases y nuevos negocios; todo a través de la conexión digital y la nueva forma de hacer negocios.
Sólo en el mes de marzo, cuando recién llegaba la Covid-19 a Latinoamérica, se registró un aumento de 53% en publicaciones en redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram) realizadas por usuarios chilenos, superando los incrementos detectados en Brasil (36,6%), Argentina (9%), Perú (2%) y México (0,4%) en igual período, según el portal de estadísticas Statista.
Expertos en el área de Social Media han destacado el comportamiento de los usuarios que han regresado a Facebook, aumentado interacción en Twitter e Instagram, incluso, migrado de WhatsApp a Telegram. Y es aquí donde surgió una nueva ventana para adaptarse a esta nueva normalidad: el comercio a través de las redes sociales.
Un reporte de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Chile, señala que, durante el primer trimestre de 2020, un 14% de las transacciones de eCommerce fueron a través de las redes sociales”, y representaron un gasto total en compras online del comercio minorista de US$ 596 millones. De esta cantidad, US$ 83,4 millones fueron destinados a compras informales en retail digital, donde US$70 millones se destinaron a informalidad nacional y US$ 13,4 millones a informalidad en compras internacionales.
Instagram como vitrina
Para Daniela Pizarro, instructora de yoga, Instagram fue la plataforma ideal para promocionar su trabajo. De 12 clases semanales que daba antes de la pandemia y a grupos limitados, pasó a incrementar el número de clases, alumnos, ciudades y hasta países desde donde se conectan, a través de la plataforma Zoom, para hacer las prácticas.
“La pandemia y estas plataformas limitan el contacto físico, pero amplían los lugares a donde puedo llegar desde mi casa”, dice Pizarro que, al contrario de lo que se podría creer, también ha incrementado sus ingresos por el mayor alcance que ha logrado tener y la reducción de gastos en arriendo de espacios para impartir las clases antes de la llegada de la pandemia a Chile.
Asimismo, añade que en un año normal, la temporada de invierno significaba una importante disminución de ingresos debido a la caída en el número de alumnos por las bajas temperaturas. “Ahora me dicen que esta modalidad es súper cómoda porque ni siquiera tienen que salir de sus casas y ahorran tiempo. En el futuro me veo con mucha más libertad, dando mis clases desde cualquier lugar teniendo internet con mi teléfono, un aro de luz y un trípode. No se necesitan grandes cosas”, vaticina.
El fenómeno TikTok
El caso de Rubén se centra en TikTok. Al igual que los casi 800 millones de usuarios de la app en el mundo, descargó esta red social y comenzó a hacer videos de lip sync, o doblaje de audios, y se hizo viral. Estos videos los comenzó a subir también en Twitter e Instagram, aumentando la cantidad de seguidores y llamando la atención de comediantes latinoamericanos quienes lo invitaban a sus programas online.
Todo esto lo vio como una oportunidad cuando, en la fase 4 de la pandemia en Chile, perdió su empleo como director de Arte en una agencia de publicidad. Rubén había emprendido en Venezuela, hace muchos años, con una marca de diseño de tarjetas y luego diseño de ropa. Desde que llegó a Chile, hace casi 3 años, era la primera vez que emprendería “por necesidad”.
Comenzó a hacer panes de jamón -un plato típico de Navidad en Venezuela- y a promocionarlo en redes, con énfasis en Instagram, pero apoyándose en sus videos de TikTok y Twitter. Y funcionó. Con la ayuda de microinfluencers en las redes, los videos y el pan de jamón fueron promocionados logrando venderlos fuera de temporada. “Al principio tenía muchísimo miedo, pero cuando tu existencia depende de que tiene que funcionar, le pones todo el empeño”, comenta el emprendedor.
Rubén teme a que la gente se acostumbre a no verse y a evitar el contacto físico, pero confía en que, pese a las circunstancias, se le busque la vuelta para continuar emprendiendo con muchas más herramientas que antes no se utilizaban. “En Venezuela, por ejemplo, nadie pedía cosas por delivery y por esta cuarentena, todo el mundo lo tuvo que hacer. Eso le da un plus al negocio”, refiere.
Zoom: La nueva aula del 2020
¿Cómo sentir esa conexión con los alumnos otra vez para que presten atención y puedan aprender? Esa era la pregunta que se hacía constantemente Leonor Ramírez, educadora, quien preparaba niños para rendir exámenes de validación y, además, era directora en una escuela.
Al comenzar el confinamiento fue desvinculada de su trabajo. Sin embargo, los mismos padres de los niños la llamaron para que siguiera orientándolos a través de plataformas digitales. Meet fue su primera opción, pero decidió quedarse con Zoom, que le ofrecía más herramientas para interactuar con sus alumnos. “Me costó muchísimo porque estaba acostumbrada al contacto directo, sentía que no nos comunicábamos bien. Después busqué estrategias distintas, hice cursos de dar clases online y ahora sí, me siento súper segura, he logrado la conexión con muchos niños”, relata Ramírez.
Ramírez ahora ve el futuro de la docencia a través de lo digital. Incluso, aunque mermaron sus ingresos, confía en que estos canales son una ventana para ampliar lo que hace y poder llegar a muchos más niños.
Todos estos emprendedores en las plataformas sociales coinciden en que la pandemia cambió la forma de comercializar, de vender, de trabajar y lo que quieren los usuarios. El tiempo lo es todo. Que todo sea rápido y sencillo. Si ahora se puede vitrinear desde las redes, sin tener que trasladarse a un lugar para ello, se puede pedir y, además, vivir una experiencia con un solo clic; esto es a lo que se acostumbrarán los clientes, alumnos, usuarios, en todo servicio.