Fuente: El País
Ocho de cada diez españoles emplean una vez al mes soluciones de banca online; un 60% lo hace cada semana y casi un 40% utiliza estos servicios a diario. La comodidad en las operaciones, la versatilidad de uso y la seguridad son los tres criterios que más valora el cliente del sector financiero, que muestra ya un perfil acusadamente digital.
Los usuarios buscan servicios digitales, pero sin que se vean mermados los que les ofrece la banca tradicional. Un 60% de los clientes en España se plantearía cambiar a un banco en Internet, según el último estudio de Mastercard sobre este tipo de entidades financieras. El 73% de los españoles utiliza aplicaciones móviles de bancos tradicionales y casi un tercio las usa de otros que son completamente digitales. Además, dos tercios creen que la demanda de soluciones de banca digital aumentará aún más en el futuro.
La transformación de los servicios financieros en España es especialmente agitada, con la presencia de múltiples actores no bancarios, agrupados bajo el nombre de fintech (empresas de tecnología financiera) y bigtech (gigantes tecnológicos). Los bancos, sin embargo, están dispuestos a ganar la batalla a esta dura competencia con el fin de mejorar y personalizar la experiencia de sus clientes y, con ello, aumentar su confianza.
Contrincantes de nuevo cuño
Beatriz Rodríguez, especialista en tecnología bancaria del portal Santander Global Tech, dependiente del banco homónimo, recuerda que “fintech proviene de unir dos palabras, finance y technology”. Este concepto “trata de agrupar a empresas, normalmente de nueva creación o start-ups, que están empleando la tecnología más actual para ofertar productos o servicios financieros”. Según afirma, este tipo de compañías aprovechó la crisis financiera, después de la quiebra de Lehman Brothers, para posicionarse en el mercado financiero e intentar llegar a clientes que pudieran desconfiar de los bancos tradicionales.
No obstante, la confianza es precisamente una ventaja competitiva que los bancos tienen frente a las fintech para posicionarse en el mercado. Aun así, no todo se traduce en una carrera. Pese a que estos dos tipos de empresas compiten entre sí, también establecen acuerdos y trabajan de forma conjunta. Santander InnoVentures, por ejemplo, es un fondo de capital riesgo de fintech de Banco Santander que invierte en start-ups con este perfil, incluidas las especializadas en inteligencia artificial.
Por otro lado, las entidades financieras se miden además con las llamadas bigtech, “un término que une big y technology para agrupar a las empresas tecnológicas más grandes del mundo”, en palabras de Rodríguez. A su favor cuentan con enormes bancos de datos, susceptibles de ser monetizados. “Las más relevantes han sido catalogadas con el mote de GAFAs (Google, Amazon, Facebook y Apple), aunque dentro de este grupo se encuentran otras grandes compañías como Paypal, Samsung o Microsoft”, indica Rodríguez. “Se diferencian de las fintech principalmente porque cuentan con un enorme capital, la tecnología más avanzada y una presencia mundial. Y se parecen en que ambas comenzaron siendo 100% tecnológicas”.
El propio Banco de España ha tomado nota del frenesí que vive el mercado de servicios financieros digitales. “El aumento de la competencia derivado de la entrada de actores no bancarios es una de las características más distintivas del nuevo entorno”, admitió recientemente Margarita Delgado, subgobernadora de esta entidad. “Con la digitalización, las barreras de entrada al mercado de servicios financieros han disminuido notablemente, dando entrada a nuevas empresas, no solo nacionales, sino también extranjeras”, señala. De acuerdo con las cifras recopiladas por Finnovating, el pasado mes de julio había 358 start-ups fintech que ofrecían sus servicios en España, lo que convierte a nuestro país en uno de los que cuentan con más compañías de este tipo por número de habitantes.
La aparición de estos operadores ha conducido a un panorama que resume Margarita Delgado: “Hemos pasado de una situación en la que muchos usuarios interactuaban, prácticamente en exclusiva, con una única entidad financiera, a un contexto en el que, por ejemplo, un usuario puede tener una cuenta en una entidad, ordenar sus pagos a través del interfaz que le proporciona otro proveedor y emplear el instrumento de pago que le facilita un tercero”.
Infraestructura en la nube
Santander es un banco que ya ha reaccionado en este sentido. En su plan estratégico a medio plazo ha anunciado la inversión de 20.000 millones de euros en transformación digital y tecnológica durante los próximos cuatro años “con el fin de mejorar y personalizar la experiencia del cliente, y con ello aumentar su confianza y vinculación, además de reducir los costes”.
“La tecnología está cambiando la banca como la conocemos”, afirma Ana Botín, presidenta de Banco Santander, quien adelanta que la entidad se está preparando para “aprovechar las enormes fortalezas del Grupo”, como la tecnología, el talento y el tamaño. “Esto nos ayudará a aprovechar al máximo las oportunidades que nos trae la innovación digital y ser líderes digitales del sector financiero en la próxima década”, asegura. En esta línea, la entidad está inmersa en un cambio de su infraestructura tecnológica para que esté alojada en la nube y pueda operar con plataformas globales gestionadas con metodologías ágiles, lo que acelerará la transformación tecnológica y del negocio.
Todo ello, en sintonía con lo que apuntaba la subgobernadora del Banco de España en un reciente foro especializado. La transformación digital, según Margarita Delgado, “requiere cambios a muchos niveles: remodelar la arquitectura informática, establecer una gobernanza eficiente en la gestión de los datos, tener acceso o ser capaces de desarrollar las herramientas analíticas necesarias o incorporar expertos en la materia, entre otros muchos”. Se trata de exigencias que tienen lugar en un contexto de estrechamiento de márgenes y elevada competencia, en el que el control de costes y la correcta discriminación de transacciones por riesgo y precio son esenciales para seguir siendo competitivos.