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El ransomware tuvo un gran impacto durante el 2020 y se vio un incremento de este tipo de ataques y de nuevas familias con respecto a años previos, potenciado por el contexto de la pandemia. Como se anticipó en el informe Tendencias 2021, de ESET, compañía especialista en detección proactiva de amenazas, el ransomware como amenaza ha evolucionado. Dando lugar a ataques más dirigidos, en los cuales se solicitan el pago de rescates cada vez más altos y se valen de mecanismos más sofisticados que les permiten una mejor planificación y aumento de su eficacia. Asimismo, las bandas de ransomware sumaron nuevos métodos en varias etapas de la amenaza, que van desde su creación y mutación para no ser detectados o los ataques de denegación de servicio (DDoS) como nueva modalidad extorsiva.
En esta línea se encuentran varios grupos de ransomware. Uno de ellos y con mucha actividad en lo que va de 2021 es Avaddon: un ransomware as a service (RaaS) que fue reportado por primera vez en junio de 2020. Si bien los blancos de ataque más comunes han sido pequeñas y medianas empresas de Europa y Estados Unidos, hay una gran cantidad de afectados por este ransomware en América Latina. En países como Brasil, Perú, Chile y Costa Rica se registraron víctimas de Avaddon. Las mismas van desde organismos gubernamentales hasta compañías de industrias como la salud o las telecomunicaciones. Pocos grupos de ataque se adjudican tantas víctimas en la región y en tan poco tiempo, en enero de 2021 la cantidad de compañías impactadas por Avaddon eran 23 y al menos cinco de sus víctimas son de América Latina.
Algunos de los mecanismos de acceso inicial que estuvo utilizando este ransomware fueron correos de phishing con archivos adjuntos en formato ZIP que contienen un archivo javascript malicioso. Estos correos incluían un mensaje en el cuerpo del correo que buscaba despertar la curiosidad del usuario, como una supuesta foto o similar. Grupos como Avaddon puedan adaptar los mecanismos de infección según las características del blanco elegido. Esto implica variaciones en los métodos utilizados para establecer un primer contacto, el monto que se solicita a la víctima para el pago del rescate, o modificar para cada ataque el código malicioso para evitar ser detectados por soluciones de seguridad que sepan de la existencia de ataques previos de la misma amenaza.
Desde el punto de vista de los atacantes, un aspecto clave del modelo de negocio es lograr convencer a las víctimas de que la solución para recuperar sus archivos es enviar el pago solicitado. Esto, obliga a los operadores detrás de distintas familias de ransomware (como Avaddon) a tomar acciones más agresivas que la de solo cifrar los archivos para presionar a las víctimas a que paguen el rescate.
Un ejemplo es el caso del ataque al sitio de la prefectura de un municipio ubicado en el Estado de Río de Janeiro, en Brasil, en el cual la víctima decidió no pagar a los criminales. En retorno, los atacantes decidieron publicar en su sitio una pequeña porción de los archivos robados, amenazando con responder con una brecha de datos de todo el sitio si no se entrega el pago en una fecha próxima. Esta estrategia extorsiva incluye el robo de información sensible de la víctima previo al cifrado de los datos.
Si bien este método de extorsión puede ser eficaz, sobre todo contra instituciones gubernamentales, existen casos en donde la información que los cibercriminales puedan llegar a obtener no es lo suficientemente crítica o no sugiere que pueda llegar a influir en la víctima para acceder al pago. Es por eso que se emplean medidas extra, como lanzar ataques del tipo denegación de servicio distribuido (DDoS, por sus siglas en inglés) que apunten a las redes internas o sitio de la empresa víctima, pudiendo dejar fuera de servicio el sitio web de los blancos afectados por periodos de tiempo prolongados, lo cual impediría a los usuarios acceder al mismo. “En este sentido, si las víctimas no están preparadas, este tipo de ataques puede afectar a la reputación y generar pérdidas económicas a las empresas, sobre todo en rubros en los que la confianza y credibilidad de los clientes es fundamental”, comenta Martina López, especialista de seguridad informática del Laboratorio de ESET Latinoamérica.
Otra reciente víctima en Latinoamérica fue una compañía costarricense de telecomunicaciones. Los operadores detrás de Avaddon amenazaron con realizar un ataque de DDoS a su sitio principal, al cual acuden sus usuarios y potenciales clientes interesados en los servicios que ofrece.
“Una vez más, podemos ver cómo las bandas que operan las distintas familias de ransomware se reinventan en función del mercado de venta de amenazas. Esto les permite sortear obstáculos que no permitan generar una ganancia monetaria a partir de los ataques deseados. Sin embargo, cada novedad o arreglo que las bandas criminales implementan permite a quienes protegen el mundo de la información aprender sobre las operaciones que realizan, los errores y debilidades de cada uno, permitiendo así poder desmantelar estas operaciones cada vez más rápido e informar correctamente a potenciales víctimas”, concluye López de ESET.