Por María Carolina Parraguez R., Directora Ejecutiva en TINEXS
El pasado 8 de marzo conmemoramos un año más la lucha de la mujer por la igualdad de oportunidades, una batalla global que implica a toda la sociedad y a todos los ámbitos. Uno de ellos, clave en esta equidad, es el laboral y, particularmente, cómo ha cambiado el papel actual de la mujer en el sector financiero, incorporando lentamente la igualdad de género a las empresas.
En mi experiencia de casi 20 años de carrera en el ámbito financiero, me encuentro satisfecha con la paridad y las oportunidades que se me han dado, pero reconozco haber sido afortunada ya que queda mucho por hacer.
Creo que es importantísimo que las empresas fomenten el trabajo de las mujeres, que existan programas de apoyo para asegurar que la igualdad de género termine siendo algo normal. Pienso que eso se conseguirá en la medida en que los hombres quieran trabajar con mujeres, de la misma manera que lo hacen con sus pares masculinos.
Habremos tenido éxito absoluto cuando la igualdad sea la normal; cuando la mujer que quiera avanzar en su vida profesional no tenga ninguna traba por el hecho de ser mujer.
Siento que se ha aceptado socialmente que nosotras tenemos valor, un puesto, y el mismo derecho que un hombre a exigir igualdad de oportunidades y de trayectoria. Pero queda mucho por hacer.
Haber visto la evolución de muchas profesionales en mi entorno laboral sirvió para que, en conjunto, se comenzara a normalizar que una mujer podía conciliar perfectamente la vida personal con una carrera profesional. Eso ha permitido hoy que nuestras generaciones y las próximas, puedan decir “¿Y por qué no?” . Ese ha sido uno de los grandes cambios.
Creo que antes el estilo de gestión era mucho más jerárquico y ahora cada vez es más transversal: trabajo en equipo, ideas, proyectos de largo plazo, ambientes en los que las mujeres nos desenvolvemos muy bien, lo cual creo nos ayuda y nos anima. Ha sido un cambio fundamental en las compañías, sobre todo en el sector financiero, donde ya comenzó a ser constante.
A medida que más mujeres acceden a puestos de responsabilidad, los hombres se sienten más cómodos, porque se dan cuenta de que aportan y de que no hay que hacer una diferenciación de sexos, sino simplemente aceptar que somos igual de profesionales y aportamos tanto como ellos.