Fuente: La Tercera
Hace poco más de 26 años, nació el Depósito Central de Valores (DCV). En aquel entonces se creó con el objetivo de ayudar a modernizar el mercado de valores chileno a través de la adopción de estándares internacionales para operar en mercados cada vez más exigentes y globalizados.
Así, desde 1993 hasta la actualidad se convirtió en el principal proveedor de infraestructura para la custodia, liquidación y otros servicios complementarios para el mercado de valores, tanto local como internacional.
Y desde hace un tiempo a esta parte comenzó su propio proceso de modernización para ponerse al día frente a la irrupción de las nuevas tecnologías.
“Desde hace unos tres años hemos estado desarrollando una mirada de modernización interna, donde también estamos en una carrera por avanzar hacia la búsqueda de nuevos negocios, hacia innovar en productos y servicios que van más allá del core business del DCV, y obviamente también modernizarnos frente a la aparición de las nuevas tecnologías, y todo lo que es el mundo de las financieras tecnológicas (FinTech) y la carrera de la digitalización”, revela Javier Jara, gerente comercial y de nuevos negocios del DCV.
En ese contexto, cuenta Jara, hace cinco meses crearon un área especializada en nuevos negocios, compuesta por seis personas, que está enfocada en aprender todo lo que está ocurriendo con la irrupción de nuevas tecnologías, entre ellas, la inteligencia artificial, el blockchain y las criptomonedas.
El ejecutivo explica que “esta decisión que forma parte de un plan estratégico de la compañía se vio potenciada por una aspiración que habíamos estado trabajando hace varios años, que era la posibilidad de que el DCV pudiese crear filiales”. Resulta que esa aspiración está cerca de cumplirse, pues a principios del año pasado se generó un cambio legal que les permitió crear una filial, la que formalizaron y presentaron ante la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), donde esperan obtener pronto la aprobación para comenzar a operar.
El rol de la filial
DCV Asesorías y Servicios S.A. es el nombre de la filial, la cual será el marco bajo el que se alojarán los distintos servicios, iniciativas, exploraciones, investigaciones y participaciones en negocios enfocados en lo digital y el mundo FinTech.
Jara precisa que el brazo innovador de la entidad estará enfocado en cinco áreas o verticales. Una de ellas apunta a aprovechar todo el know how de manejo de registro que tiene el DCV, donde han estudiado alternativas para iniciar procesos de registros de poderes, de facultades, de portabilidades de hipotecas, de títulos universitarios, en fin, hacer aportes en la innovación de sistemas registrales de todo tipo, pero que tengan un carácter digital.
La segunda vertical está relacionada con la custodia digital, la que está enmarcada en la custodia de contratos, de documentos, es decir, de todo tipo de instrumentos que puedan ser parte de una digitalización y también en términos de su suscripción a nivel masivo. “Acá podríamos hacer alianzas con partners estratégicos o eventualmente desarrollar un servicio y buscar mercados que puedan interesarse en que el DCV pueda proveer ese servicio”, precisa el gerente comercial y de nuevos negocios.
En ese sentido, indica que están explorando la opción de custodiar activos alternativos (activos inmobiliarios, deuda privada y private equity, entre otros), donde el requisito es que tengan la característica de ser modernos en su formalización, ya que no les interesa una custodia física, sino que una electrónica o digital. Incluso, adelanta que ya han tenido conversaciones con algunas AFP y compañías de seguros, que son algunos de los principales actores que invierten en este tipo de instrumentos.
Una tercera vertical busca aprovechar las oportunidades que se presentarán cuando entre en vigencia la Ley de Firma Electrónica Avanzada, ya que se encuentran explorando la custodia de pagarés y letras de cambio en un formato digital. Otra área corresponde a la creación de un taller de exploración, donde están explorando la posibilidad de desarrollar una esfera de nuevos negocios más disruptivos, aunque no profundiza en cuáles serían, pues aún está en una fase muy incipiente.
“La quinta vertical es la parte más tecnológica, donde ya hemos visto con algunos partners la posibilidad de iniciar una exploración de estudiar cómo participar de innovaciones desde el punto de vista de las nuevas tecnologías, por ejemplo, cómo podemos desarrollar sistemas de pactos para ser generados y custodiados a través de blockchain”, afirma Jara.
El ejecutivo añade que están analizando opciones para participar de consorcios para el desarrollo en tecnologías de blockchain, también participan con entidades extranjeras a nivel mundial en un consorcio que estudia casos de uso en blockchain. En ese contexto, dice, han visto sistemas registrales para el manejo del registro de las juntas de accionistas, votación electrónica, en fin, distintas metodologías o servicios que se pueden potenciar con este tipo de plataformas nuevas.
Un ejemplo de ello es la plataforma de negociación de pactos fuera de bolsa u over the counter (OTC, por sus siglas en inglés) que desarrollan con la Bolsa Electrónica, donde tienen como partner a Tauxter, una FinTech especializada en el diseño e implementación de soluciones tecnológicas para los mercados financieros.
Más eficiencia y ahorros
La filial del DCV tiene un presupuesto inicial cercano a las 5.000 UF ($138,6 millones). Sin embargo, Javier Jara dice que, si aparecen oportunidades de negocios ese monto podría aumentar. Esas oportunidades podrían ser asociarse con alguna entidad o adquirir un porcentaje de propiedad en alguna compañía innovadora.
“Lo importante es que el DCV se metió en este mundo con una decisión de avanzar y de innovar y de estar abierto a posibilidades que se vayan presentado porque en este mundo, sobre todo en lo tecnológico, hacerlo solo ya no es la manera de llevar a cabo algunas iniciativas. Uno requiere de compañías que puedan ser más ágiles, más livianas, eventualmente con mayor know how, entre otras características”, dice el ejecutivo.
Y si bien hay un equipo dedicado de forma directa a este trabajo, enfatiza que es una decisión transversal de la compañía transformar al DCV, es decir, desde el directorio hacia abajo.
¿Qué impacto podría tener para el mercado? Según Jara, “desde hace algunos años hemos tenido en nuestra visión la idea de que seamos percibidos como un proveedor de infraestructura, por lo que todo lo que diga relación con nuevos servicios que apalanquen a los actuales clientes y a los nuevos en un contexto de ofrecer una infraestructura más moderna que mantenga los pilares de confiabilidad, de certeza, de seguridad, va a verse traducido en que los clientes y el mercado en general se beneficien”.
Y entre los beneficios se encuentra la búsqueda de sinergias, de ahorro en algunas operaciones y de modernizar algunos servicios que pudieron haberse quedado atrás en la forma de operar y que podrían hacerlo de forma más eficiente y económica.
“Un ejemplo de eso es el sistema de prenda oficial que lanzamos hacia fines de 2018, el cual permite importantes ahorros: generamos un sistema de prenda colateral que pasó de costar $80.000 o $90.000 a tan solo $2.000, y lo que antes se demoraba 10 días hoy se demora segundos. Entonces queremos generar ese tipo de eficiencias y ahorros”, remarca.