Fuente: America-Retail
La operación de compra de Cornershop por parte de Walmart ha estimulado un interesante debate en Chile. Se trata de lo que podríamos llamar el primer caso de éxito de un emprendimiento chileno financiado por capitalistas de riesgo.
Por cierto hay otros casos de éxito, pero no con esta visibilidad ni tan conectado con la innovación y forma de emprender, financiarse y conseguir un comprador. Se trata de un Centauro, es decir, un emprendimiento que ya sea en su última ronda de levantamiento de capital o en una operación de venta, como la de Cornershop, es valorado en las centenas de millones de dólares.
Cuando la misma valoración es superior a US$1.000 millones, se trata de un Unicornio en la jerga del emprendimiento. Lo operación de Cornershop fue por US$ 225 millones.
Llamó la atención porque se trata de un emprendimiento chileno. Daniel Undurraga y Juan Pablo Cuevas, y un ciudadano sueco, Oskar Hjertonsson, que se conocieron en Chile, decidieron emprender en una plataforma digital para ordenar pedidos a supermercados y tiendas de comida.
La plataforma tiene, además de los clientes finales, miles de “empleados por cuenta propia” que on-demand, parten a realizar la compra y la llevan al domicilio del cliente final. Una gran idea, pero sobre todo, implementada con excelencia a nivel multinacional en Chile y en México.
Un primer mito derribado: que emprendimientos innovadores como este no pueden ser chilenos.
El segundo tema de debate en los medios dice relación con que los capitales de riesgo que financiaron el proyecto no son chilenos, sino estadounidenses y mexicanos. Ello implicaría para algunos que los inversionistas chilenos no tienen la visión necesaria para este tipo de economía del futuro. A continuación mis comentarios basados en mi experiencia personal.
El 2005 decidí emprender en levantar y administrar nuevos fondos de inversión de capital de riesgo al alero de Corfo. Me fue mal. La industria de capital de riesgo chilena todavía está en deuda para generar su primer caso de éxito.
Una primera razón tiene que ver con los administradores, es decir conmigo mismo. Se trata de una industria naciente sin experiencia previa. En EE.UU. la industria se consolidó en 1979 y partió en 1956. Un primer mea culpa.
En segundo lugar, están los emprendedores. No es fácil encontrar emprendedores con el talento de Undurraga, Cuevas y Hjertonsson. Muchos son idiáticos, obnubilados con su idea, sin la menos claridad de cómo implementar su plan.
En tercer lugar están los aportantes. Con excepciones notables el síndrome del 51%, de controlar, abunda. Tuve que lidiar con aportantes controladores, incluso con un intento de take-over de la administración.
Finalmente está la mirada reguladora. Los fondos en Chile son muy pequeños, y hemos retrocedido desde el 2005 al introducir condiciones desde Corfo que no son compatibles con facilitar al administrador el cierre de negocios.
Hay que volver a un concepto arm-lenght en Corfo. Lo bueno de Cornershop es que todos estos temas están de vuelta en la discusión pública. El ecosistema ha mejorado mucho desde 2005, sigamos intentando pues necesitamos muchos Cornershops, financiados también desde Chile.