Por: Leonardo Barbero, Product and Marketing Senior Vice Presidente Level 3 Communications, América Latina
Hoy nadie puede cuestionar la estrecha relación que existe entre el desarrollo económico de los países y el nivel de innovación tecnológica o de su infraestructura de TI. Así lo demuestran cifras bastante elocuentes en diversos estudios, especialmente para países de economías emergentes o en vías de desarrollo, las conexiones de alta velocidad a Internet. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), incrementar la penetración de banda ancha en un 10 por ciento impacta directamente en el crecimiento económico de los países en alrededor de 3,2 por ciento del PIB (Producto Interno Bruto).
Sin embargo, la innovación tecnológica y el fortalecimiento de la infraestructura de TI no sólo están alcanzando en la actualidad una importancia más significativa, sino que se están convirtiendo, de cara al futuro cercano, en el principal eje o motor para el desarrollo económico y social de los países. Para comprender este fenómeno hay que mirar con atención las actuales tendencias tecnológicas, las cuales tienen tan amplios alcances que apuntan a transformar radicalmente la vida de las personas en términos individuales y colectivos, así como los procesos y modelos de negocios que se conocían hasta la fecha.
En primer lugar, cada día vemos cómo más aparatos de todo tipo están conectados a Internet, situación que continuará profundizándose. Este fenómeno, conocido como “Internet de las Cosas” (IoT), alude a sensores y dispositivos conectados a la Red de redes que pueden enviar datos en tiempo real y facilitar la toma de decisiones, en muchos casos sin intervención humana. Esto es tan real hoy que Gartner estima que para el año 2020 más de la mitad de los nuevos sistemas y procesos de negocios tendrán ya algún elemento vinculado con la IoT.
La Internet de las Cosas tiene un alcance económico muy amplio, puesto que no sólo significará elevar la calidad de vida de las personas o la experiencia de los consumidores en áreas muy diversas, sino que provocará un vasto cambio en el mundo del trabajo, especialmente, en labores que requerían de acciones repetitivas. Según estudios de McKinsey el impacto económico de las aplicaciones relacionadas con la IoT podría alcanzar hacia el año 2025 hasta los 11 trillones de dólares por año.
La IoT también nos conecta con la consolidación de las ciudades inteligentes, las cuales, a partir del uso intensivo de las tecnologías, forjarán centros urbanos altamente innovadores, con mejores niveles de sustentabilidad y de calidad de vida para sus habitantes. Acorde a cifras de McKinsey serán algunos cientos de ciudades inteligentes, en un horizonte no mayor a una década las que concentrarán el 60 por ciento del PIB global.
Pero los cambios son mucho más profundos de lo que muchos piensan, por lo que se habla ya de la “Cuarta Revolución Industrial”. Esto se refiere a la masificación de los sistemas basados en inteligencia artificial, además de la cada vez mayor presencia de robots interactuando con humanos, es decir, estamos hablando de sistemas ciberfísicos insertos en el mundo real. De allí, que su impacto económico sea mucho más importante de lo que fue antes el vapor o la electricidad: esta nueva revolución industrial tiene alcances que aún no se pueden dimensionar del todo, debido a que provocarán cambios de paradigmas de casi todos los aspectos de la vida cotidiana. En principio, en los próximos quince años, Accenture prevé que las tecnologías asociadas a la Cuarta Revolución ya sumarían unos 14,2 billones de dólares a la economía global.
La ola de cambios de la innovación acelerada ya se está viviendo dentro de las empresas en lo que algunos denominan “Transformación Digital”, que se refiere a cómo las organizaciones deben desde hoy repensarse para competir –y sobrevivir– en el contexto de la “digitalización” global. Esta tendencia agrupa una serie de tecnologías y herramientas que las empresas deben usar para cambiar su manera de hacer las cosas, ahorrar recursos operativos, incrementar la lealtad de sus clientes y generar nuevas ganancias. Todo esto tiene que ver con la explotación de los datos de gran escala (Big Data) para convertirlos en información estratégica que puede significar cambiar o transformar no sólo procesos de negocios sino hasta el propio modelo de negocios de las compañías.
Como vemos, la innovación no puede entenderse ya como un plus para las empresas y las organizaciones puesto que es una materia de primer orden. Del mismo modo, los países no pueden dejar de asumir hoy que la infraestructura lógica que desarrollan para soportar la digitalización será esencial para su futuro crecimiento económico. Para el negocio la innovación tecnológica es sinónimo de agilidad y de capacidad para crear nuevas áreas de negocios o nuevas fuentes de ingresos, desechar viejos paradigmas y competir en mercados basados en información. En escala social, la innovación impulsa un proceso de transformación radical que es además sinónimo de mejor calidad de vida, mayor seguridad de los ciudadanos y mejor medio ambiente, entre muchos otros beneficios tangibles.