Años atrás, cuando un estudiante quería ahorrar parte de la mesada que sus padres le asignaban para gastos y entretención, prácticamente la única opción era la libreta de ahorro, el resto del dinero lo mantenía en la billetera hasta que se le agotaba. Actualmente, para entregar la mesada, muchos padres hacemos una transferencia a la cuenta vista que nuestros hijos tienen abierta desde el primer año de ingreso a la educación superior, y cuando quieren ahorrar, entran desde su smartphone al portal del banco e invierten en “fondos mutuos”, “depósitos a plazo” o “compra de monedas”, entre otros; todo esto antes de cumplir los 20. Este es un claro ejemplo del notable cambio en la manera en que nos relacionamos con los bancos, el que ha sido impulsado por la rápida evolución y masificación de las tecnologías de la información y a su adopción proactiva por parte de las instituciones financieras en Chile.
Hace algunos años, una forma de medir el tamaño de un banco era la cantidad de sucursales. Actualmente, ese dato no dice mucho por sí solo. Los bancos ya no están poniendo foco en abrir más oficinas, sino que buscan llegar a sus clientes a través de canales no presenciales, no sólo por moda, sino porque esto representa un ahorro significativo en costos operacionales, y porque los usuarios jóvenes no quieren ir a una sucursal, pues esperan hacer su trámites bancarios en el mismo momento en que lo necesitan, sea pedir o cotizar un crédito, invertir, comprar monedas, hacer una transferencia o cualquier otra operación.
Los medios de pago electrónicos, por su parte, han revolucionado el comercio permitiendo que una mayor cantidad de personas acceda a una oferta más amplia de productos y pagos de servicios, sin utilizar dinero en efectivo. Por otro lado, cuando se ponga en operación el sistema de tarjetas de prepago, es probable que el volumen de dinero efectivo en circulación disminuya considerablemente, hasta finalmente desaparecer (ya hay países como Suecia, Dinamarca e Islandia que están estudiando la eliminación del efectivo).
Desde el punto de vista institucional, la implementación de cámaras interbancarias –iniciativas que requieren un fuerte respaldo de tecnologías de la información y telecomunicaciones– es otro aspecto relevante del profundo cambio que experimenta el sistema bancario. Este tipo de instituciones, que entregan mayor solidez y estabilidad al sistema financiero, deben operar sin interrupciones ni errores, convirtiéndose en el corazón de un sistema interconectado.
La amplia digitalización de los servicios financieros, los nuevos medios de pago, el desarrollo de diversos canales de acceso remoto, el mayor acceso a segmentos de la población que tradicionalmente no tenían posibilidad de interactuar con estos servicios, y la interconectividad entre diversas plataformas financieras locales e internacionales, son algunos aspectos que están cambiando definitivamente la forma en que interactuamos con las instituciones financieras y, en definitiva, con el dinero. En un futuro no tan lejano, llegará el tiempo en que los billetes y monedas serán objetos de colección, terminando así con más de 2.500 años de uso del “dinero físico”.