Financiación: la gran pregunta de los emprendedores en Colombia

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El financiamiento es uno de los principales cuellos de botella para los emprendedores. Aunque ya hay jugadores privados y esquemas novedosos, las apuestas por los proyectos de emprendimiento todavía siguen siendo muy bajas. Aún queda mucho camino por recorrer y tareas pendientes.

Una de las mayores debilidades en los ecosistemas de emprendimiento, no solo de Colombia sino también de Latinoamérica es el financiamiento. Si bien en los últimos años el entorno se ha desarrollado, la estrechez de recursos dificulta la posibilidad de crecimiento.

Según el estudio Condiciones Sistémicas para el Emprendimiento Dinámico, América Latina en el nuevo escenario global, apoyado por el BID, la calificación promedio regional en materia de financiamiento es de 27, siendo 100 la nota más alta. Chile lidera este escalafón, pero apenas con 46. Colombia está en el nivel medio-bajo –entre 21 y 40–.
El ecosistema de emprendimiento en Colombia es relativamente joven, pero ha venido avanzando gracias al apoyo público –con recursos del Sena, Bancoldex e iNNpulsa, entre otros–, al desarrollo privado de un entorno nuevo de fondos de venture capital y de inversionistas ángel que han dado la mano a emprendimientos.
Aunque falta mucho camino por recorrer, ya casos como el de Ecoflora, Brainz, Groncol y otros más han demostrado que la posibilidad de contar con lo que se ha denominado ‘capital inteligente’ es clave en esta fase de crecimiento, pues no se trata solo de recursos económicos sino también de acompañamiento, gestión, management y gobierno corporativo. Por lo general, en esta etapa de crecimiento la participación de los fondos y ángeles es minoritaria –entre 10% y 40%– y busca que los emprendedores mantengan el control, pero con más asesoramiento y compañía. Los retornos son cercanos a 20% anual, en promedio, o un múltiplo de dos o tres veces la inversión, dependiendo del tiempo que dure el fondo en el proyecto –que está en un rango entre 4 y 7 años–.
Además, las grandes corporaciones y jugadores estratégicos están viendo en el emprendimiento oportunidades de negocios hacia el futuro, con movidas recientes como las del sector de bebidas, donde Postobón le apostó a quedarse con 65% de la marca de tés Hatsu.
Sin embargo, aún hay tareas pendientes en materia de regulación, en el desarrollo de un mercado para las salidas de estos fondos y en la oferta de proyectos que se ajusten a la estrategia de los fondos.
De fondos y ángeles
El ecosistema financiero para el emprendimiento ya tiene varios eslabones constituidos, unos más fuertes que otros. Desde el ángulo del fomento, se ha fortalecido en los últimos años con los recursos del Sena, que con el Fondo Emprender desde 2002 hasta marzo de este año ha destinado recursos superiores a los $300.000 millones. iNNpulsa, que surgió del interior de Bancoldex, se ha convertido en un catalizador de recursos y a diciembre del año pasado había movilizado por cada peso de su presupuesto casi tres más. Por lo general, son recursos de cofinanciación, no reembolsables. Y Bancoldex, a través de su fondo de fondos, busca atraer más recursos.
Frente a los recursos de capital que requieren las compañías, la oferta tiene componentes que van desde los family office, e inversionistas independientes, hasta redes de inversionistas ángel y fondos de venture capital.
Aunque hay diferentes fuentes cuyas cifras no necesariamente coinciden, la experiencia de los fondos de venture capital en el país se puede resumir en que hay recursos, pero aún no todos están invertidos, pues la selección es muy rigurosa y toma tiempo. En algunos casos, para escoger un proyecto de inversión los fondos ven 100 iniciativas y en otros llega a 300.
Según Colcapital, gremio que agrupa a los fondos de capital privado, a diciembre de 2014 en Colombia había siete fondos con compromisos de capital por US$192 millones, pero solo se habían invertido US$26 millones. Por su parte, Ruta N, la iniciativa de innovación, ciencia y tecnología de Medellín, calcula que hay en el mercado $428.000 millones, de los cuales 42% se encuentra disponible para inversión y 58% ya está comprometido.
En las fases iniciales de los emprendimientos están las redes de inversionistas ángel, como la de Bavaria, una de las pioneras en el ecosistema, y otras como Capitalia. Uno de los grandes retos es lograr que más capital se ubique en esta etapa, pues es donde más peligros tienen los emprendedores, ya que los planes de crédito no son tan amplios, los proyectos apenas están en sus fases iniciales y en muchos de ellos no hay validaciones de mercado. Por ello, es claro que cuanto más temprano entra, más riesgo asume, pero también puede alcanzar mejores rendimientos.
Según Harold Calderón, director de inversiones de Capitalia, este mercado de capital de riesgo es incipiente y hay pocos actores relevantes. “Hay muchas oportunidades que se están dejando pasar por la ausencia de este tipo de inversionistas”, agrega.
Luego están los fondos de venture capital que buscan iniciativas un poco más desarrolladas y consolidadas en sus mercados estratégicos. En Colombia han pasado cosas interesantes: a finales de la década pasada se hablaba apenas de una industria muy incipiente. Hoy, no solo se han desarrollado fondos locales sino que también desde afuera ven al país con gran potencial en sus proyectos e iniciativas y varios fondos internacionales tienen a Colombia en el radar.
Dos frentes se vienen moviendo en este entorno. Uno al interior del país donde, por una parte, se ha dado el desarrollo de fondos locales por iniciativa de grandes grupos y conglomerados y, por otra, diferentes proyectos que han ‘levantado’ capital para entrar a participar de emprendimientos novedosos. En ese primer paquete se destacan pioneras como Promotora, que nació de una iniciativa del Grupo Empresarial Antioqueño y al que luego llegaron 12 inversionistas más.
También Inversor, una combinación de inversionistas institucionales, corporativos y de algunas fundaciones empresariales –como la de Bolívar Davivienda–, un fondo de pensiones, y multilaterales, que además de buscar generar valor, van tras iniciativas con impactos sociales y ambientales. Y otros como Empresas Públicas de Medellín (EPM), que funciona como un venture capital corporativo con un solo inversionista que busca en los emprendimientos alineación con sus objetivos de negocio, Otros fondos también han marcado la pauta desde Colombia, como Velum.
El otro frente es el internacional. Fondos como Alta, Nazca o Axon están viendo a Colombia en el radar del emprendimiento.
Pero hace falta el desarrollo de otros segmentos de financiación, como el de crédito. Muchos emprendedores prefieren crecer sin diluirse en su participación accionaria.
“Estamos diseñando líneas de crédito para emprendedores en etapas tempranas. Eso representa diseñar garantías diferenciadas distintas a las tradicionales que acojan más la realidad de estos emprendimientos y el sector financiero se interese”, dice Luis Fernando Castro, presidente de Bancoldex.
Otros ya han avanzado en este camino. Pablo Santos, junto a sus socios, creó Aktiva, una compañía de financiamiento para Pymes. Lleva cuatro años en el mercado y tiene $68.000 millones en cartera.
Ahora Aktiva está haciendo un piloto con $5.000 millones para desarrollar crédito emprendedor. “Es para emprendedores que hayan validado el modelo de negocio y tengan ventas entre $300 millones y $5.000 millones. No es para ideas de negocios”, aclara Santos.
También los fondos están mirando opciones para incentivar a los emprendedores. “Varios de los recursos que hemos puesto son inversión en capital, pero otros han sido cuasi equity o deuda subordinada. Cuando es esto, buscamos retornos menores porque el nivel de riesgo puede ser menor”, dice Alberto Riaño, de Inversor.
Por su parte, Esteban Mancuso, de Velum, señala que en su caso se ponen incentivos de acuerdo a los resultados. “Si los emprendedores están convencidos de que las ventas y los márgenes van a crecer y se da, se lo reconocemos devolviendo parte de las acciones. En esta etapa se puede ser flexible en las negociaciones. Cuando el emprendedor genera más valor de lo que el fondo espera en este momento se le reconoce”, señala.
Desafíos
A pesar de esta dinámica, hay muchos retos aún por resolver, unos desde el punto de vista cultural y otros desde una visión más estructural del ecosistema.
Se están juntando dos dificultades. Desde la perspectiva de los emprendedores, que no tienen experiencia en usar capital de riesgo para crecer y profundizar en esta estrategia. Y desde la de los inversionistas, que las experiencias en inversiones de capital en etapa temprana son aún incipientes.
“A nosotros nos está tomando mucho tiempo cerrar una transacción –y es de todo el sector– y eso tiene que ver con falta de confianza por parte de los emprendedores, que no se acostumbran a tener un inversionista con gobierno corporativo que busca mejores prácticas para la toma de decisiones sin conflictos de interés, y esa generación de confianza entre los fondos y el emprendedor toma tiempo”, dice Riaño, del fondo Inversor.
Pero también a que, aunque puede haber miles de proyectos, no todos se alinean con la estrategia de los fondos que definen claramente sectores e intereses de inversión.
Por el lado estructural, hay varios desafíos por corregir. La regulación le está pegando fuerte a los fondos de venture capital, que tienen que asumir los mismos costos que los fondos de capital privado, que tienen recursos 10 o más veces por encima de los primeros.
“Hoy el marco regulatorio es demasiado pesado y costoso para un fondo en etapa temprana. Si no tienen una escala de hasta US$50 millones, financieramente no son sostenibles. Tienen que pagarles a una sociedad administradora, a un custodio y ahora a un valorador independiente. Por esto, a la industria en Colombia le bajaron la calificación en el indicador de Lavca Scorecard, que mide el ambiente de venture capital y private equity”, dice Isabella Muñoz, directora ejecutiva de Colcapital.
El otro frente es el relacionado con las salidas. El problema es que en Colombia aún no está desarrollado un mercado secundario que permita estas salidas, más aún cuando las inversiones todavía están en etapas iniciales.
Incluso, muchos de los fondos están viendo que las salidas van a depender de las recompras que puedan hacer las compañías. Y eso hace que tengan retornos asociados a los crecimientos pero no asociados a la transacción en sí.
Sin duda, el mercado está creciendo y cambiando. Sin embargo, para que se convierta en verdadero dinamizador será necesario no solo articular una oferta más atractiva y de crecimiento rápido, sino también atraer nuevos fondos o que, incluso, los grandes que están hoy invirtiendo en medianas y pequeñas empresas vean acá un potencial de crecimiento.
Los protagonistas
Fondos de origen colombiano y otros de origen regional exploran el mercado del emprendimiento nacional. Estos son algunos de ellos.
Bancoldex: En su proceso de reestructuración, le apuesta a convertirse en un fondo de fondos; es decir, destinar recursos no directamente para empresas sino para apalancar otros fondos de capital privado y venture capital. Tiene US$100 millones y ya cuenta con US$40 millones invertidos.
Capitalia: Es una firma gestora que tiene varias líneas, donde se destaca la red de inversionistas ángel. En estos cuatro años ha cerrado más de 29 inversiones en diferentes sectores como software, agro, diseño y biotecnología, con recursos superiores a los $10.000 millones.
EPM: Bajo el modelo de venture capital corporativo, Empresas Públicas de Medellín creó un fondo por $100.000 millones, con un foco estratégico mundial. Ha realizado tres inversiones en Brasil, Estados Unidos y Colombia. Según Felipe Zárate, su director, tiene 22% del fondo invertido y espera cerrar este año con otras dos operaciones.
Inversor. Es una iniciativa de la Bolsa de Valores de Colombia, la Fundación Bolívar Davivienda y otros jugadores institucionales. Es un fondo que asciende a $25.000 millones y arrancó en 2011. Ha invertido cerca de la mitad de sus recursos en cuatro empresas con una característica: impacto social y ambiental.
Promotora: Comenzó a gestionarse en 2008, impulsado por el Grupo Empresarial Antioqueño y hoy es un fondo de $40.000 millones. Ya se comprometieron recursos en siete compañías. En este momento está levantando un fondo de un tamaño mayor. El primero estuvo enfocado en Colombia y el segundo tiene la opción de mirar proyectos en la Alianza del Pacífico.
Velum: Cerró el fondo a mitad del año pasado por unos $30.000 millones. Invierte en startups colombianos, con recursos que van desde $300 millones hasta $2.000 millones. Tiene invertido 70% en 14 compañías y los recursos que quedan están destinados a las mismas compañías.
Alta Ventures: Es un fondo dirigido por Diego Serebrisky que invierte en capital emprendedor para el desarrollo de empresas nacientes, en especial de tecnología. Para América Latina tienen US$70 millones y para Colombia podrían ser entre US$5 millones y US$6 millones.
Axon: Tiene 250 millones de euros y en América Latina tiene presencia con Amerigo, un fondo que cuenta con US$60 millones y que empezó en 2013. “Seguimos en periodo de inversión y hemos hecho cinco inversiones en la región en México, Colombia y Perú. Ya hicimos una desinversión en domicilios.com”, dice Daniel Martín, representante en Colombia.
Bamboo Finance: Es un fondo de capital privado que solo invierte en economías en crecimiento y países emergentes. Tiene US$280 millones en administración, divididos en tres fondos: inclusión financiera, otro subsiguiente a este, y uno más diversificado en educación y salud. 50% de esa cifra es para Latinoamérica y en Colombia ya hizo una inversión en el banco WWB.
Elevar Equity: Es una administradora de fondos privados de capital de riesgo. Invierte capital (no deuda) en empresas con alto potencial de crecimiento que proveen servicios esenciales (financieros, de salud, educación, entre otros) a comunidades que no tienen acceso adecuado a ellos. Cuenta con tres fondos bajo administración, con un total de US$165 millones, de los cuales el fondo Elevar Equity III cuenta con aproximadamente US$58 millones disponibles.
Nazca: Es un fondo de emprendedores para emprendedores que opera en Chile, México y Colombia. En junio de este año cerró la primera etapa por US$5 millones y en Colombia, mínimo, será de US$15 millones que estarán a finales de 2016. Ya hizo una primera inversión en una empresa colombiana: Platzi, que ‘levantó’ en total US$2 millones. Nazca es el único latinoamericano con inversión en ese monto.
¿Cómo valorar un emprendimiento?
Luis Flórez, managing partner de EPIC, plantea que, sin importar su nivel de madurez, existen tres escenarios que facilitan el proceso. El primero es el flujo de caja. Por medio de ejercicios cuantitativos, el inversionista determina cuánto será el volumen de capital que producirá la empresa en el futuro. “Se hace una proyección y con base en esto se llega a un valor justificable matemáticamente”. En el segundo, el inversionista se enfoca en el valor futuro de la compañía y para establecerlo revisa la información de los mercados local o internacional que le permiten tener puntos de referencia. En el tercero, el emprendedor plantea antecedentes de transacciones hechas en los ámbitos local y nacional. “Esta es una base de negociación bastante variable porque dependerá de las condiciones de mercado y tiene un problema y puede terminar en proyecciones irreales del valor de la empresa”, dice. Para Juan Andrés Vásquez, de Promotora, lo que hace tan difícil la valoración son los mecanismos tradicionales. “No damos una mirada tradicional, sino el potencial de crecer rápidamente, si sus indicadores son Ebitdas positivos y si puede ser global y que sea escalable. Nos fijamos metas a dónde la vamos a llevar y cuántos recursos necesita y sus necesidades de capital”, explica.

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