El invierno está llegando a América del Sur, pero para los inversionistas y los empresarios las cosas apenas se están calentando en el continente.
Las nuevas tecnologías en comunicaciones se están esparciendo en Suramérica para servir a más de 200 millones de habitantes que cada vez dependen más del internet y de la tecnología móvil.
En junio el programa de aceleración Start-up Chile anunció Generation Ten, su ultimo lote de cerca de 100 startups que están por llegar a Santiago este verano. Totalmente financiado por el gobierno chileno, Start-up Chile es el primero de muchos fondos semillas patrocinados por el Estado en surgir en América del Sur en el ultimo par de años.
El éxito del programa ha dado lugar a programas complementarios de la región —Start-Up Peru en Lima, Startup BA e Incubar en Argentina, iNNpulsa de Colombia, entre muchos otros—. Todas son iniciativas impulsadas por los gobierno diseñadas para catalizar la creación de comunidades locales de startups.
Ofreciendo grandes cantidades de dinero sin ataduras, el programa Start-Up Chile ha tenido éxito atrayendo a empresarios al país —pero un poco menos de éxito en maternerlos—.
Después de completar el programa de 6 meses, cerca del 80% de los empresarios se fueron de Chile, 34% de ellos a EE.UU., de acuerdo a una encuesta reciente. El grupo Ten es el primero en el que los empresarios chilenos están representado la pluralidad de los participantes.
A pesar del éxito de Start-Up Chile en la importación de talento, el ecosistema chileno —y el de América del Sur como conjunto— carece de recursos para mantener las empresas nuevas vivas.
Serie A
“Todos usan incubadoras como cajeros automáticos,” dice el empresario chileno Tadashi Takaoka de Magical Startups. “Es el lugar de donde obtienes dinero, pero el proceso no es tan fuerte y los resultados no son tan buenos.”
Takaoka señala que el énfasis en la educación y el asesoramiento en estos programas incubadores inicialmente es de mucha ayuda, pero una vez finalizado el programa mucho empresarios no son capaces de agrandar sus negocios.
“Tienes Start-Up Chile, luego los fondos capitales de riesgo y nada entre medio,” dice el inversor chileno Cristobal Silva de Fen Ventures. “Tenemos muchas compañías en estos programas (incubadores), pero el problema es que los programas duran 6 meses, 8 meses, un año ¿y después qué?”.
Para Silva y muchos otros inversionistas latinoamericanos, el problema recae en tratar de cerrar la brecha entre los empresarios de fondos de capital semilla y compañías de Serie A. Seguimientos de las inversiones de riesgo son raros en América del Sur hasta el momento, con la excepción de Brasil.
Como resultado, las compañías en primera fase están llamando a inversionistas institucionales para financiar sus primero pasos —algo poco probable en la cultura tradicional latinoamericana de inversiones de riesgo. “Tienes una compañía con USD $100k, un producto y algo de tracción y funcionan por uno o dos años. Después tiene que sobrevivir hasta conseguir una tasa de USD $10 millones— ¿cómo haces eso?” pregunta Silva.
Una solución obvia al problema es contar con individuos de alto valor neto para invertir en la comunidad startup. Pero las generaciones de la incertidumbre económica han templado el apetito por el riesgo.
“Mi realidad es completamente diferente a las generación viejas que han trabajado por 40 años en la misma compañía,” dice Silva. Mucho empresarios chilenos exitosos de generaciones previas construyeron su propio negocio en varias décadas sin la asistencia de capitales de riesgo y no están acostumbrados a la cultura ágil e intensiva en capital de las startup.
Agregado a la reticencia de la mayoría de los inversionistas de alto patrimonio neto es el porcentaje de fracaso en el mundo startup. “Hay una cosa cultural aquí ligada al fracaso,” dice Silva.
Los inversionistas que han hecho fortunas en el extranjero también son reacios a volver. “La mayoría de los empresarios chilenos que conozco viven en EE.UU. en este momento. Probablemnete podríamos encontrar más en San Francisco que en Santiago, para ser honestos.”
Llenar la brecha entre fondos y dinero institucional no es solo una cuestión de tener más inversores o más dinero. Grandes inversionistas corporativos como Intel Capital han mostrado una gran debilidad para invertir capital en la región, pero han hecho poco para desarrollar aún más la canalización de inversiones, ya que no ofrecen la orientación y servicios que VC provee a los compañías jóvenes en Silicon Valley, según inversionistas y empresarios en la región.
Pero algunos ex empresarios inteligentes como Nicolas Szekasy ve oportunidades donde otros ven obstáculos, volver a casa después de salidas exitosas para convertirse en inversionista. Después de hacer público MercadoLibre en 1997, CFO Szekasy co-fundó una de las firmas de capital de riesgo más grandes de Latinoamérica, Kaszek Ventures junto con el co-fundador de MercadoLibre Hernan Kazah. “Traemos excelente experiencia operacional. Pensamos que esto es de gran ayuda para nosotros los inversionistas”, dice Szekasy. “Proporciona credibilidad a los empresarios y nosotros hemos estado ahí donde ellos están ahora.”
En Uruguay, Pablo Brenner de Prosperitas Capital ha seguido su ejemplo. Después de hacer su empresa Alvarion pública en el 2000, Brenner regresó a Montevideo para empezar el primer fondo VC del país. “Tienes que entender como piensan los empresarios y entender que las cosas no son siempre son geniales al principio,” dice Brenner. “Ves a los empresarios tratando de reiniciar la industria en sus países que están teniendo mucho más éxito que los financieros. Aquí no está el negocio para los chicos financieros.”
El aumento de los Imitadores
La cultura de aversión al riesgo puede ser una manera de explicar la gran parte de las empresas latinoamericanas de capitalización que parecen ser clones regionales de modelos de negocios exitosos estadounidenses.
El éxito de estos y otros llamados “imitadores” han llevado a los inversionistas latinoamericanos a asumir que las inversiones en empresas clones son menos riesgosas. “Encuentro que invertir en imitadores es aburrido,” dice Brenner, “pero es un modelo exitoso de empresas capital —ves que tienes el exitoso OpenTable en EE.UU. así que emepizas Restorando en América Latina.”
Pero los inversionistas de Restorando y el miembro de la junta Szekasy desacuerda. “(Imitadores ) es una palabra que se cruza muy seguido, pero no estoy seguro de que esa es la palabra que yo usaría —no creo que estos modelos, incluso en EE.UU., fueron grandes innovaciones. Solo fueron adaptaciones que usaron la tecnología.” Szekazy comenta que incluso si estas compañías imitadoras son similares a sus contrapartes en EE.UU., inicialmente, después tienen que adaptarse y ajustarse a lo largo del camino para atender el mercado local y en última instancia, terminar con muy diferentes modelos de negocio.
Imitadores o no, la falta de “ángeles” inversionistas y de capital inicial está causando que los empresarios se vayan de estos centros de desarrollo startup en Latinoaméricauna vez que hayan establecido un modelo de negocios. Según la base de datos de CrunchBase, Brasil es el líder regional en número de rondas de inversiones totales y parece estar dibujando una gran cantidad de fundadores de países vecinos con ecosistemas menos desarrollados.
Szekasy ha notado que esto también. “Incluso si grupos fundadores se basan en otro lugar, muy pronto se van a Brasil y continúan expandiéndose desde allí con el objetivo de convertirse en un líderes regionales,” dice el. La inestabilidad y el tamaño de muchas economías nacionales en América del Sur han obligado a muchas empresas nuevas a trasladarse con el fin de ampliar sus negocios.
¿Por qué Brasil?. Porque “puedes construir un negocio de mil millones de dólares en Brasil,” mientras que “en ningún otro país de Latinoamérica esto es posible,” dice Szekasy.
Pero esto podría estar cambiando. “Creo que América Latina podría tener sentido,” dice Silva. Mientras que los costos de vida y de gestión están aumentando en EE.UU. y en Europa, el trabajo y el espacio de trabajo siguen siendo relativamente baratos en los centro venideros de startups en América del Sur. Y los gobiernos en Chile, Colombia, Perú y Argentina están formando nuevos acuerdos comerciales que eliminen los impuestos y restricciones a través de las fronteras para facilitar los negocios internacionales. “Pienso que en un par de años ser una mercado interesante,” concluye Silva, “solo tomara algo de tiempo para que lleguemos a eso.”
Fuente: http://techcrunch.com