Por Fabrice Serfati
Silicon Valley Bank puso en evidencia el increíble riesgo sistémico que produjo la falta de interés de los bancos tradicionales por el negocio de las startups, apunta Fabrice Serfati.
Qué inicio del año tan interesante ha tenido el mundo de las startups. Primero el lanzamiento público de los motores de generative AI y luego este par de semanas con la caída de Silicon Valley Bank (SVB). Con respecto a esto último hemos tenido acceso a muchísimos análisis de las causas, de las fallas en cuanto a la supervisión en bancos regionales en Estados Unidos, de cómo las acciones del gobierno federal estadounidense fueron o no oportunas.
Les puedo decir que para IGNIA y para algunas de las empresas de su portafolio fueron un par de días (jueves y viernes) de enorme incertidumbre y preocupación. Conforme el fin de semana transcurría, las señales que mandó el gobierno de Estados Unidos fueron dando tranquilidad y finalmente todo esto no pasó de un susto. Sin duda este episodio da pie para varias lecciones que se deben convertir en acciones que, por su propio interés, las startups deberían incluir en sus operaciones de forma recurrente.
Van algunas ideas:
Primera
Lo que vivimos con SVB fue una fuga de capitales que se materializó por una pésima comunicación de parte del banco y la amplificación de ese mensaje en las redes sociales y en las plataformas de comunicación, como Slack y Messenger. Al platicar con un querido amigo del medio hace unos días me dijo en tono de broma: dadas las características de los servicios financieros actuales, los depositantes no se forman para retirar su dinero y no es posible cerrar la puerta para evitar que la gente se lleve su dinero.
Por lo mismo, hoy más que nunca, comunicar solidez y ser cuidadoso en qué se comunica es fundamental. No se quiere generar confusión o pánico porque, en un abrir y cerrar de ojos, una institución puede caer en pedazos y ya lo vimos. La forma en que SVB habló de su situación con un pésimo comunicado de prensa lleno de números, pero sin narrativa, fue el inicio del fin de la debacle.
Segunda
SVB puso en evidencia el increíble riesgo sistémico que produjo la falta de interés de los bancos tradicionales por el negocio de las startups. Era casi imposible para una startup abrir cuentas en otros bancos, lo que hizo que de pronto SVB tuviera un porcentaje muy alto de las cuentas de las startups latinoamericanas (y de los fondos también); si el gobierno estadounidense no hubiera respaldado esos depósitos mas allá de los 250,000 dólares que garantiza el FDIC, el impacto en el ecosistema y a la economía latinoamericana en su conjunto hubiera sido descomunal
Tercera
Muchos de los founders que hoy manejan fintech han vivido en una época de estabilidad financiera y no saben navegar en crisis. Más que nunca, rodearse de gente que haya pasado por momentos de devaluaciones, inflación acelerada e instabilidad en tasas de interés es importante. No podemos asumir que el tipo de cambio, las tasas de interés o la inflación van a ser variables constantes. Solo este año hemos visto al peso mexicano apreciarse significativamente y perder valor en un par de días. Las tasas han seguido subiendo, lo cual genera presión para las fintech que dependen de deuda para llevar a cabo su negocio; intermediar entre pasivos financieros tendrá un nivel de riesgo mayor y finalmente mantener tesorerías multidivisas tendrá un grado de complejidad adicional.
Cuarta
Lo anterior conlleva una evolución acelerada en cómo operan las startups que me parece es contra intuitiva. Hoy tendrán que establecer mecanismos de evaluación de riesgos que podrían parecer burocráticos e innecesarios, pero que a la larga pueden ser extremadamente útiles y salvarlas de algo como lo que acabamos de vivir.
Cada uno de estos puntos tiene una serie de ramificaciones que vale la pena estudiar en el contexto particular de cada una de las empresas y sus verticales, dado que aplica de forma distinta. Lo que es común a todas es una exposición que antes de la semana pasada no era obvia.
En una época de la historia de la humanidad en la que tantas bondades han traído la globalización y la conexión incremental, los riesgos inherentes a ambas fueron claros con lo que vivimos y se convirtieron en una llamada de atención que nadie puede ignorar.
Nota del editor: Fabrice Serfati es Venture Capitalist experto en negocios disruptivos en Latam, Managing Director and Partner en IGNIA Fund, mentor de emprendedores valientes y sobresalientes. Creador del podcast #ReadToLead y del Founder’s Book Club. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.