Por Carlos Oviedo, director de Banca y Openbanking en NTT DATA Chile
Contratar un microseguro para asegurar, por ejemplo, un smartphone por si daña o pierde durante un concierto o tener todos los productos financieros en una sola aplicación o manejar una app que nos permita evitar el pago de comisión de una tarjeta de crédito, son algunas de las funciones o beneficios que están permitiendo las Fintech. Un nuevo modelo de empresas que llegó para quedarse, contribuyendo con la inclusión financiera, aunque requiere una pronta regulación.
Las Fintech -palabra formada a partir de la contracción de los términos finance y technology en inglés- son empresas no tradicionales que usan la tecnología para brindar servicios financieros de manera eficiente, ágil, cómoda y confiable. Según un informe de Visa, Chile contaba con más de 220 Fintech’s al 2021, mientras que en los países de Latinoamérica del Pacífico ascendían a cerca de 1.200.
Considerando su rápida expansión y la importancia que están adquiriendo, actualmente se tramita en el Congreso la Ley Fintech -enviada por el gobierno a fines del año pasado- para regular a estas compañías. De hecho, la iniciativa legal está siendo revisada por la Comisión de Hacienda del Senado, luego que fuera aprobada en primer trámite por parte de la Cámara de Diputados.
Hasta el momento, las FinTech han operado en el país sin un marco jurídico propio o especialmente diseñado, lo que ha producido varios inconvenientes normativos que han impactado su modelo de negocios y dificultado el desarrollo de estas tecnologías. Además, el que la mayoría de estas compañías no estén reguladas, se ha traducido en un riesgo para los clientes e inversionistas.
La nueva legislación busca empoderar a los usuarios, personas o empresas respecto a la propiedad de sus datos e información financiera para usarla con mayor facilidad donde les parezca más conveniente y atractivo. Por otra parte, regulará a nuevos actores en el sector financiero, entregando reglas claras para su entrada, y fomentará la competencia, mientras se trabaja en normas para minimizar los riesgos.
Se proyecta que, con esta nueva ley, el surgimiento de este nuevo tipo de empresas crecerá a tasas mayores del 38% anual, entregando nuevos servicios que facilitarán que las personas accedan a servicios financieros a los cuales hoy no tienen acceso, o nuevos productos más acordes con sus necesidades.
Además, si bien es cierto que las StartUps, y su subconjunto Fintech, nacen más preparados y muchas veces con una oferta y servicios que pueden sorprender por lo útil o bien logrado, es claro que deberán ajustar algunos procesos y sistemas para el cumplimiento del regulador, así como “preparar las espaldas” en caso de crecimiento.
Desde otro ángulo, aunque hay razones que juegan a favor de las tarjetas de crédito, como los programas de puntos y fidelidad que ofrecen los emisores; las Fintech traen otros atractivos beneficios a los clientes y a las pymes, permitiendo que los comerciantes ofrezcan formas de pago más convenientes, fidelizando a sus propios clientes.
De esta forma, el desarrollo de las Fintech y su regulación surgen como una gran posibilidad de entregar nuevos y mejores servicios para muchas personas, posibilitando más variedad, más competencia y, muchas veces, conveniencia, impulsando una mayor inclusión financiera, y dando un paso relevante para una renovación del sistema financiero.