Fuente: La Tercera
En Chile cada vez son más los adultos mayores que, motivados por su familia, pero también por su cuenta, utilizan su smartphone, acceden a redes sociales e irrumpen en un mundo que hasta ahora parecía ser pensado solo para nativos digitales.
Nunca es tarde para aprender algo nuevo: sobre todo si hablamos de la red de servicios que hoy mueve al mundo: Internet. Un espacio tecnológico que comenzó a desarrollarse en los 90 a través de computadores y que hoy vive en nuestros bolsillos de la mano de los teléfonos inteligentes.
Una revolución que parece estar llegando a todos lados menos a un grupo muy particular: la tercera edad. Y de cierta forma no podemos culparlos. Los cambios que el mundo ha experimentado durante los últimos 70 años han sido frenéticos, de revolución en revolución: la televisión pasó al color y del color al cable y luego streaming. Los teléfonos de grandes cabinas y ruedas para marcar números a diminutos dispositivos de bolsillo. Y los computadores, de ocupar grandes habitaciones a entregarnos la información que necesitamos en cosa de segundos y en la palma de la mano.
Por lo mismo, un nuevo cambio así de abrupto luego de una vida acostumbrado a hacer las cosas de una manera podría parecer demasiado. Sin embargo, lo cierto es que son cada vez más los adultos mayores que le están perdiendo el miedo a las nuevas tecnologías y se están sumando al mundo de internet.
Al fenómeno se le llama Gerontecnología y se refiere al estudio de los usos y la penetración digital en la población de adultos mayores, un fenómeno que hace unos años parecía anecdótico, pero de cara al futuro, será toda una necesidad.
El uso de internet en la tercera edad va en franco crecimiento no solo en Chile, sino que en el mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, según cifras de Pew Research, el 73% de las personas sobre los 65 años posee acceso a Internet, algo que en Chile aún no se concreta.
Se estima que en Chile más de un 80% de los adultos mayores posee un celular, pero solo para la mitad es un teléfono inteligente. Cifra que se condice con la última Encuesta de Accesos y Usos de Internet de la Subtel, que revela que un 54,6% de los hogares compuestos solo por adultos mayores en Chile, tiene acceso a Internet. Esto es poco, considerando que en los hogares con hijos en edad escolar, el acceso sube a un 94%.
Pero mirando hacia atrás, se trata de una cifra en alza: el estudio Brecha en el Uso de Internet de País Digital, muestra que desde el año 2013 al 2017, los usuarios de tercera y cuarta edad se duplicaron, llegando incluso a contar con un 9,8% de mayores de 80 años accediendo a la red.
Un crecimiento que, si bien puede explicarse primero, por el envejecimiento de la población, también se explica por el creciente interés por parte de personas de la tercera edad de ingresar a un mundo que cada día no solo es más útil, sino que también más fácil de navegar.
Juan Pablo Tapia es director de Atlas Digital y durante el 2018, junto a Criteria, realizó un estudio para definir el perfil del adulto mayor que utiliza teléfonos inteligentes. Las conclusiones fueron sorprendentes, ya que se trata de un grupo que cuando aprende a usar un equipo, no tiene nada que envidiarle al resto de la población que nació con una pantalla en la mano.
“El estudio demostró que en la práctica los adultos mayores poseen las mismas competencias que un preadolescente, y la principal diferencia está en la oportunidad de acceso a la tecnología, mermada principalmente por el interés, pero también por un autoconvencimiento de que es algo muy difícil de aprender”, nos explica.
Tapia habla de dos perfiles de usuarios: los Integrados, que son autodidactas, usan su teléfono móvil a diario, poseen redes sociales y valoran el hecho de pertenecer a un mundo mucho más conectado. “Para muchos esta es su segunda revolución: primero fueron las computadoras y ahora el smartphone y por lo mismo, entienden la importancia que tiene y una vez dentro, reconocen que se estaban perdiendo de mucho por no haber ingresado antes”, explica.
Por otro lado, están los Resistentes, que miran la tecnología con suspicacia y poseen una visión algo más negativa del medio. Piensan que las nuevas tecnologías de cierta manera nos deshumanizan y por lo mismo, no la reconocen como necesaria.
Este grupo comparte una característica de manera transversal: reconocen no conocer cómo funcionan las tecnologías, así que hablan de aislarse del mundo digital como una opción propia.
Es por eso que Tapia recalca la importancia que deben tener los miembros ya digitalizados de la familia para explicar, de manera paciente, como utilizar un equipo de estas características. “Se puede hipotetizar que en la medida que alguien ayude a ingresar, podrían terminar integrándose y valorando las tecnologías digitales”.
¿Pero qué es lo que busca un adulto mayor en su celular? El estudio da cuenta que son tres las dimensiones que se valoran más y perfilan de esta manera, al usuario mayor. En primer lugar, son los vínculos que se mantienen, la posibilidad de comunicarse no solo con sus familiares cercanos, sino que con miembros de la familia que están en otras ciudades o países. Por ello, la aplicación más usada por este grupo es por lejos, WhatsApp.
En segundo lugar, vemos que hay una practicidad, debido a la cantidad de cosas que permite hacer un solo aparato. Tener un solo dispositivo para leer libros, ver películas, pagar cuentas, escuchar música o buscar direcciones es también lo que hace que se interesen en quedarse pegados con el equipo por más tiempo.
Finalmente, está el valor de la actualización, es decir, a mantenerse informados o de seguir aprendiendo cosas a través de tutoriales en YouTube, por ejemplo.
Y en la medida que los adultos mayores entiendan no solo cómo usar sus equipos, sino que también su utilidad, se podrán dar pasos más grandes como, por ejemplo, con la telemedicina.
Debido a la contingencia, varios servicios de salud han optado por comenzar a utilizar sistemas de telemedicina a lo largo de Chile. Verónica Loyola, Directora Médico de Integramédica, nos cuenta que desde que habilitaron el servicio de telemedicina durante este año, el 10% de las atenciones han sido consultas de mayores de edad, lo cual supone una ayuda no solo durante la pandemia, sino que también para los años que vienen.
Loyola divide a los usuarios en dos grupos: entre 60 y 80, quienes se manejan bien a la hora de hacer funcionar las videollamadas, tomar horas y todo el proceso, y los sobre 80 que acuden a estas teleconsultas asistidos por un familiar.
En momentos donde la cuarentena para los adultos mayores es obligatoria, se ha convertido en una herramienta muy útil a la hora de hacer seguimientos médicos y consultas que no requieran un paso a urgencias.
“Hoy pueden realizarse consultas de casi todo tipo, depende mucho de la adaptación de los mismos médicos. Se trata de consultas mucho más descriptivas, con más preguntas por parte del especialista, pero que terminan apoyándose de otras formas, como kinesiólogos que utilizan imágenes para señalar ejercicios”, explica Loyola.
El avance de la telemedicina, de esta forma, puede convertirse también en un nuevo catalizador de otros miles de adultos mayores que solo necesitan del empujoncito perfecto para entrar a un mundo que es mucho más fácil de dominar de lo que creen.