Fuente: www.oroyfinanzas.com
Rusia y China están mirando el ecosistema de las criptomonedas desde un punto de vista distinto, como una nueva forma de controlar completamente sus sistemas financieros. ¿Puede una tecnología que surgió para descentralizar el dinero ser un instrumento eficaz en regímenes altamente centralizados?
Hace unos días, el ministro de comunicación ruso, Nikolai Nikiforov, sorprendió al ecosistema de las criptomonedas con una noticia inesperada. El presidente ruso, Vladimir Putin, había ordenado el lanzamiento rápido de un “cripto rublo”. Según Nikiforov, la nueva moneda utilizaría “criptografíarusa” y, a diferencia de la minería que opera en bitcoin, sería “un modelo cerrado con un volumen de emisión definido y regulado”. De esa misma opinión han sido también Elvira Nabiullina, gobernadora del banco central ruso y Anton Siluanov, ministro de Finanzas. La idea compartida entre las altas esferas es que la emisión de cripto rublos y las condiciones de uso, estén bajo el control del estado.
Nikidforov no dio mucho más detalles al respecto pero por lo escuchado la idea es similar a otras propuestas chinas recientes, no oficiales. Yao Qian, subdirector de la división de tecnología del Banco Central de China (People’s Bank of China-PBoC), ha estudiado la posibilidad de tener una cripto moneda, emitida por el banco central chino, donde los bancos comerciales pudieran administrar las “billeteras“.
Es decir, Rusia y China están tratando de utilizar la tecnología que sustenta a Bitcoin –denominada blockchain o cadena de bloques– pero no para la misma finalidad con la que fue concebida; descentralizar el dinero y prescindir de entes de confianza que supervisen o validen los procesos. Para Rusia y China el nuevo valor añadido de la tecnología es averiguar cómo reducir el costo asociado a un emisor centralizado y reforzar el control de todo lo que sucede en el sistema financiero.
Como señaló recientemente del Bank for International Settlements-BIS, el dinero en efectivo es el único medio para tener dinero emitido por un banco central porque el dinero electrónico que utilizamos hoy en día es emitido por los bancos privados. Sin embargo, el efectivo tiene desventajas tanto para los bancos centrales como para los gobiernos. Por un lado, es caro de diseñar, imprimir, acuñar, distribuir. Por otro su sustitución por nuevas monedas puede llevar años. Además es susceptible de ser robado o falsificado. Y al ser anónimo, delincuentes y evasores fiscales suelen acumularlo. Así que todos estos problemas y algunos otros – como la tardanza del sistema de pago electrónico tradicional a medida que el dinero se mueve entre bancos o internacionalmente-, pueden resolverse utilizando esta nueva tecnología. Si un banco central puede emitir su propia moneda criptográfica y registrar todas transacciones en un libro mayor distribuido tipo bitcoin, los usuarios pueden estar verificados y aprobados de antemano por el banco central. Y muchos de los problemas actuales del dinero electrónico –rapidez, comisiones- pueden también resolverse. Los costos de administrar un sistema monetario disminuirían, los pagos entre empresas y particulares se acelerarían y las transacciones serían rastreables por los gobiernos, sobre todo a los efectos fiscales.
Los planes ruso y chino no contemplan la eliminación de efectivo en este momento pero ese parece ser el objetivo final más probable y en Rusia y China puede encontrar menos resistencia que en casi cualquier otro lugar. En ambos países, el estado controla la mayoría de los activos de los sistemas bancarios, y el papel de los bancos en la economía podrían incorporarse en este sistema alternativo basado en una criptomoneda emitida por el banco central. En países autoritarios, los gobiernos no se preocupan por sutilezas como el derecho de los ciudadanos al anonimato financiero. Un buen ciudadano no debería tener nada que ocultar.
Pero la flexibilidad de la blockchain y la transversalidad de la tecnología permiten tantas propuestas como queramos imaginar. Desde aquellas que apuestan por reforzar el control central, como en Rusia y China, hasta las que cobran sentido dentro de una anarquía libertaria y que representa Bitcoin, que ya ha superado los 6.000 dólares por unidad. Y entre unas y otras, otras propuestas intermedias. En Suecia, donde la sociedad parece rechazar voluntariamente dinero en efectivo, el proyecto eKrona de Riksbank es una primera propuesta a las nuevas circunstancias tecnológicas descritas. El banco central de Canadá está probando con una criptomoneda, CADCoin, para aumentar la eficiencia del sistema de pago mayorista. En Estonia, se trabaja sobre una criptomoneda para los residentes electrónicos que acoge la nación del Báltico. Y en este caso ni siquiera está respaldada por el banco central.