Jorge Velasco
Cuando Gordon Moore predijo en 1965 que el número de transistores por pulgada en los circuitos se duplicaría cada 18 meses y que esa tendencia continuaría durante los próximos años, quizás no se imagino que esta declaración se convertiría en la Ley de Moore, que hoy sigue vigente, y menos que esta simplificación nos llevaría al desarrollo de lo que hoy se conoce como «tecnologías exponenciales” es decir, la computación en la nube, la robótica, la impresión 3D, la inteligencia artificial, la movilidad inteligente, la nanotecnología, biotecnología y otras que se están combinando para dar lugar a la denominada Cuarta Revolución Industrial, que borra los límites entre lo físico y lo digital, lo biológico y lo cibernético.
Estas tecnologías están ocasionando transformaciones profundas en todos los sectores de la sociedad como la economía, la salud, la educación, el transporte, la alimentación, la comunicación, etc. y también ahora en la industria financiera.
Esta revolución es visible a través de plataformas apoyadas en la tecnología que combinan la oferta y la demanda y ponen en contacto a múltiples proveedores y clientes, generando cantidades asombrosas de datos, información e interacción y creando nuevos servicios y productos y formas completamente novedosas de distribuirlos y consumirlos.
Google, Facebook, Amazon, Microsoft y Apple son plataformas de este tipo y en cualquier momento podrían estar interesadas en ingresar al negocio financiero para completar su oferta a los clientes y participar de una actividad que genera contactos recurrentes, un gran volumen de información y, por supuesto, grandes ingresos, conformando conglomerados financieros exponentes de la banca exponencial.
Por eso, el reto de la banca actual es pasar de lo digital a lo exponencial, donde el cliente es el foco principal, otorgándole un servicio ágil, rápido y global en un entorno seguro para que sus datos estén protegidos, a un costo competitivo y personalizado.
Esta banca exponencial permitirá desarrollar plataformas robustas que permitan trabajar en tiempo real, gestionar un ecosistema colaborativo con diversos desarrolladores, desplegar una arquitectura avanzada de ciberseguridad y extraer un mayor conocimiento de los datos de clientes y convertir este conocimiento en productos y servicios.
Para ello, además de aplicar todas las tecnologías a disposición como el big data, inteligencia artificial, minería de datos, etc., será necesario cambiar las estructuras y la cultura organizativa, donde el intraemprendedor tendrá un rol fundamental.
«La banca exponencial deberá estar apoyada en tecnologías exponenciales para ampliar de manera significativa la superficie con el cliente y la información sobre ellos que multiplique los servicios que se ofertarán y la calidad y, en definitiva, que expanda de manera exponencial el negocio y le otorgue un alcance verdaderamente global”.
En nuestro país, los bancos están impulsando, casi todos, la banca digital a través del cambio de su plataforma informática, reorganizando sus áreas de negocio, creando nuevos productos y servicios y, en muchos casos, cambiando su modelo de negocios. Sin embargo, queda mucho por hacer para terminar esta etapa y pensar en lo que podría ser la banca exponencial.
La banca exponencial es la banca del conocimiento y aquellos bancos que quieran ser parte de este nuevo orden financiero necesitarán una transformación radical, no sólo de sus plataformas informáticas, sino de sus estructuras organizativas, sus equipos humanos y sus culturas corporativas.
En medio de todo este tsunami y revolución tecnológica financiera el cliente será el principal beneficiado.
*El autor es especialista en
cultura emprendedora.
Fuente: http://www.paginasiete.bo/