El crowdfunding no sólo ha tenido un claro impacto en la vida de cientos de personas en todo el mundo, ofreciéndoles una nueva forma de financiar sus proyectos e ideas. La cada vez mayor presencia del crowdfunding en el mundo de la inversión y las finanzas está teniendo también consecuencias importantes sobre empresas de pagos online.
Compañías como PayPal o Amazon resultan fundamentales en todo el proceso de crowdfunding, ya que son las encargadas de recoger el dinero de los contribuyentes para posteriormente —y si se cumplen los objetivos— depositarlo en las cuentas bancarias de los creadores de los proyectos. Amazon es la compañía encargada de manejar los millones de euros que cada año mueve Kickstarter y PayPal trabaja con un gran número de iniciativas como IndieGoGo o la española Lánzanos. Es precisamente PayPal la que últimamente se ha visto envuelta en varias polémicas relacionadas con el crowdfunding.
PayPal en el punto de mira
Lidiar con el crowdfunding supone un pequeño reto para PayPal y otras compañías. Este tipo de financiación tiene diferentes vertientes que pueden asemejarla a un sistema de pre-venta de productos o a un banco para financiación de ideas creativas y artísticas. Para combatir el fraude que puede surgir con este tipo de iniciativas, PayPal y otros han desarrollado diferentes sistemas con el fin de asegurarse de que las intenciones de los creadores son lícitas y de que existen garantías de que el producto o servicio verá la luz. Vamos, para proteger a los contribuyentes y los consumidores.
Para hacer frente a este tipo de situaciones PayPal dispone una API específica para proyectos de crowdfunding: Adaptive Platform. Esta plataforma establece una serie de requisitos para aquellos que quieran utilizarla y da cabida a tres tipos de iniciativas:
- Financiación con/sin pequeños incenticos (tazas de café o camisetas)
- Sin ánimo de lucro
- Financiación que tiene como compensación productos y servicios de valor
Hasta aquí todo normal, puesto que la gran mayoría de proyectos pueden clasificarse en una de esas tres categorías. Sin embargo, el cumplimento de las mismas no significa que los creadores de los proyectos no deban temer por los fondos que le corresponden. El caso de Mailpile, una empresa que busca ofrecer una serie de herramientas para que cualquier persona pueda mantener su propio servicio de email, es uno de los mejores ejemplos.
45.000 dólares congelados
Como la propia empresa relató en su blog, PayPal congeló 45.000 de los 135.000 dólares que habían conseguido a través de su campaña en IndieGoGo. Después de intentar contactar en varias ocasiones con PayPal (cosa que no resulta sencilla según mi propia experiencia personal y la de otros), la compañía le comunicó que para tener acceso al dinero deberían hacer dos cosas: Proporcionar un presupuesto detallado del proyecto y las fechas objetivo para su desarrollo.
Sin esos detalles, que pueden ser considerados privados y confidenciales, Mailpile no tendría acceso a los 45.000 dólares que les corresponden.
Publicaciones como Ars Technica o Tech Dirt no tardaron en hablar sobre el tema, lo que obligó a PayPal a dar marcha atrás y reconsiderar sus requisitios. A las pocas horas de que toda la polémica comenzase, PayPal decidió descongelar los fondos de Mailpile.
¿Demasiados requisitos?
Desde entonces ha surgido un debate importante sobre el derecho de PayPal y otras plataformas a solicitar documentos que pueden ser considerados como privados. ¿Por qué debe Mailpile compartirlos con terceros, en este caso con PayPal? Porque uno de los objetivos de PayPal es el de reducir el fraude y asegurar la validez de las transacciones que realiza, podríamos pensar de buenas a primeras.
Siendo eso cierto y pudiendo entender el interés de PayPal en conocer la legalidad de determinados proyectos, el caso es que la situación de Mailpile denota que la empresa financiera no entiende perfectamente las características del crowdfunding. Muchos proyectos no tienen unas fechas de entrega concretas y mucho menos un presupuesto detallado de cada una de sus fases; precisamente por la propia naturaleza de la financiación colectiva de este tipo de iniciativas.
En declaraciones a Ars Technica PayPal deja entrever que son conscientes de que no actuaron de una forma correcta ya que desde un primer momento no fueron todo lo transparentes que podían haber sido. La gran mayoría está de acuerdo con que la empresa debe velar por sus intereses y por los de los consumidores, reduciendo el fraude a su mínima expresión. Los problemas surgen cuando la política de comunicación de la empresa brilla por su ausencia —algo que muchos han achacado a PayPal en los últimos años—, y cuando procedes a bloquear fondos sin previo aviso.
Parece que la empresa es consciente de ello y por ello están inmersos en un proceso interno de lavado de imagen para volver a ganarse la confianza del gran público. “Antes de congelar un pago, el primer paso debería ser el de hablar con la plataforma que alberga el proyecto. Nadie como los responsables de la plataforma va a conocer la fiabilidad del mismo.”, apuntan desde Lánzanos cuando les hemos preguntando por esta situación y por su experiencia previa con PayPal.
Desgraciadamente es algo que PayPal ha olvidado casi por completo en los últimos años, ofreciendo un servicio de atención al cliente poco directo y estableciendo una estrategia de comunicación corporativa que no está a la altura de una empresa de semejante calibre. GlassUp, Mailpile o Nyu Media lo han sufrido ya.
Fuente: Genbeta.com